Las mujeres perciben el poder de modo distinto a los hombres, lo que repercute en que ellas ocupen pocos puestos de liderazgo en las empresas. Esta es una de las conclusiones de una investigación hecha por la Escuela de Negocios de la Universidad de Harvard, cuyos autores afirman además que una de las razones por las que algunas mujeres no obtienen ascensos en las organizaciones es porque no los quieren.
Este trabajo, cuyas conclusiones fueron publicadas en la edición de agosto de la revista científica The Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), analizó nueve estudios efectuados en diversos grupos de alto desempeño.
En uno de estos, que incluyó a 650 graduados recientes de maestrías en administración de empresas, los investigadores les pidieron que indicaran el nivel de su puesto actual en la industria, su cargo ideal y el más alto que podrían alcanzar, siendo realistas. Las mujeres no dudaron de que podían alcanzar el mismo nivel de éxito que los hombres, pero mencionaron puestos ideales más bajos.
Alison Wood Brooks, coautora del trabajo y profesora de administración de empresas de Harvard, sugirió, basándose en los resultados de otro estudio, que ellas establecen asociaciones más negativas que los hombres con el poder.
“Las mujeres esperan que los puestos de alto nivel estén acompañados de menos estrés, carga, conflictos y concesiones difíciles”, explica. Pero, ¿por qué el poder les genera estrés a las mujeres empleadas?
El informe sugiere que ellas tienen menos tiempo para alcanzar una mayor cantidad de metas, pues quieren cumplir objetivos laborales y familiares.
Una conclusión adicional tiene Luciano Perfetti Villa, coordinador del Grupo de Equidad Laboral del Ministerio del Trabajo, para quien la investigación deja en evidencia que, en el plano cultural, persiste la idea de que las mujeres no están preparadas para asumir cargos directivos.
“En la encuesta se ve resignación y conformismo por parte de ellas, que crecieron en una sociedad que les exige ser buenas trabajadoras, pero también buenas madres, lo cual influye de forma negativa en su concepto de poder o de más responsabilidad en un cargo directivo”, sostiene Perfetti Villa.
Abismos laborales
Las brechas entre hombres y mujeres, en términos de oportunidades y salarios, siguen siendo grandes. El último informe de la Fundación Plan Internacional calcula que, al ritmo actual, se necesitarían 81 años para cerrar por completo ese abismo.
Expertos y estudios señalan que la mujer también tiene responsabilidad frente a este problema, pues aunque en Colombia ellas tienen dos años más en promedio de formación que los hombres, esta no es, en general, pertinente para acceder a cargos de poder. En parte porque, según un informe de la Organización Internacional del Trabajo, ellas eligen profesiones de vocación social, como las relacionadas con la salud, la educación o las ciencias sociales. Por el contrario, los hombres tienen mayor presencia en carreras vinculadas a lo tecnológico, que –explica el informe– es donde se presentan mayores opciones laborales.
Para Hugo Ñopo, especialista en Educación del Banco Interamericano de Desarrollo, el que ellas se especialicen en programas “que no desarrollan destrezas cuantitativas” es una de las razones por las cuales devengan menos.
Un panorama similar observa Isabel Londoño, directora ejecutiva de la Fundación Mujeres por Colombia, para quien la ‘tragedia’ en el país es que las mujeres se educaron, pero no lograron transformar esa formación en desarrollo.
“La educación de la mujer –dice Londoño– es una herramienta de lucha contra la violencia, el embarazo precoz, la pobreza y la falta de oportunidades, pero deben insertarse en los campos mejor remunerados, como los sectores de energía, petróleo, gas, infraestructura, transportes y logística”.
Presión cultural
Una opinión distinta tiene Ángela Camacho Beltrán, una de las científicas más reconocidas del país. Ella no cree que las brechas se generen por los campos de formación que las mujeres eligen. “Yo estudié física, un área tradicionalmente masculina, y encontré que los prejuicios sociales son los responsables de esto”, cuenta.
Camacho explica que en su vida profesional se ha encontrado con un techo de cristal, que en parte se puso ella misma por el dilema de seguir creciendo laboralmente o dedicarse un poco más a sus hijos.
Y es que el aspecto cultural puede pesar mucho, sobre todo entre las jóvenes, según Diana López, docente de ingeniería de la Universidad Nacional. Y advierte que si ellas se interesan por carreras en las que hay pocas mujeres, la presión de sus familias y profesores puede disuadirlas de que estudien esa carrera. “De ahí la razón por la que las ingenierías son más apetecidas por los hombres”.
Sin embargo, el carácter y la perseverancia son competencias que pueden romper todo tipo de brecha en el mundo laboral. El informe ‘Por ser niña’, recientemente publicado por Plan Internacional y que clama por la reducción de brechas de género, destaca el testimonio de Sorey, quien, con más de 10 años de experiencia en el campo de la programación, asegura que, en el área en la que ella se desempeña, las mujeres se quedan rezagadas porque tienen otras prioridades.
“A los 22 o 23 años, ellas se casan; no quieren pasar la noche en el trabajo para estar con sus hijos. Los hombres no tienen esa preocupación y en este trabajo hay horarios horribles. Además, exige que la persona se esté actualizando todo el tiempo, y muchas chicas no tienen tiempo para eso y se quedan atrás. Pero mi caso es distinto, mi pasión por la programación es más grande que cualquier otra cosa”, sentencia.
‘Mujer y mamá no son sinónimos’
En su libro Criando niñas en el mundo de hoy, el psicólogo australiano Steve Biddulph señala que ellas están constantemente expuestas a mensajes que las hacen sentir que no son suficientemente buenas, y que refuerzan ciertos estereotipos e inseguridades.
Por esta razón, piensa que “una pequeña bien educada será una mujer con una gran vida”. Es decir que para Biddulph la niñez es la que marca la diferencia entre el ser exitoso o no.
Isabel Londoño, de la Fundación Mujeres por Colombia, apoya la tesis y añade que “ser mujer no tiene por qué ser sinónimo de ser mamá”. También invita a las mujeres a que se proyecten en metas ambiciosas.
Expertos coinciden en que a las pequeñas se les debe promover el pensamiento crítico, el interés por inventar cosas y por encontrar soluciones. ¿Cómo lograrlo? A través del juego.
Lo ideal –dice el psiquiatra infantil Fabián Gómez– es darles objetos que se puedan desbaratar, para volverse a armar, porque estos ayudan al desarrollo de habilidades específicas. Gómez celebra, por ejemplo, la iniciativa de una empresa editorial argentina que sacó una colección de cuentos antiprincesas, en los que resaltan la vida de mujeres como Frida Kahlo y Violeta Parra. “Esas son las historias que los padres les deben leer o mostrar a sus hijas, para enseñarles conceptos como justicia, fortaleza y emprendimiento”, concluye Gómez.
Más metas y objetivos personales
Según el informe, las mujeres se inclinan por tener más metas y objetivos que los hombres, especialmente en el campo familiar, por lo que terminan cediendo muchas veces con respecto a aspiraciones laborales de altos cargos directivos en sus compañías.