Leyendo por ahí en internet me topé con una nota de prensa del 2007 que se tituló: ‘Exención del IVA aumenta en 80 por ciento la venta de computadores’.
Esa medida, pionera en su momento, logró en realidad un impacto positivo que aún hoy tiene efectos benéficos en la sociedad: convirtió al PC en un bien asequible.
Gracias a la eliminación de ese impuesto, Colombia se erigió como uno de los países con los computadores más baratos del mundo y, por ende, no exclusivos de los más ricos, en virtud de una ecuación tributaria que cobijó a equipos de buena configuración, en un tope de precio cercano para la mayoría de la sociedad.
Los computadores más caros quedaron por fuera. Los de lujo. Pero el efecto de la economía de escala natural de la tecnología llevó, con los años, que incluso modelos de muy buena configuración técnica terminaran cobijados con la desgravación.
Quitarle el IVA al dispositivo de entrada a la tecnología más importante en esa época, asustaba a las autoridades tributarias del momento. ‘Perder’ ingresos para la Nación era el argumento.
Pero las cifras fueron, por el contrario, muestra de que en realidad se generaron mucho mayores ganancias para las arcas estatales, al tiempo que la sociedad y el país elevaron su productividad.
Servicios relacionados de conectividad, compra de accesorios, servicios y periféricos, así como el impacto en la penetración de internet, entre otros indicadores sociales, se lograron con la eliminación de ese impuesto.
Mucho se ha analizado sobre el impacto negativo de la tributación exagerada de TIC en la masificación y acceso democrático a la tecnología. Ponerle trabas a la apropiación tecnológica afecta directamente al crecimiento del PIB.
Hoy en día ya no son los PC los principales dispositivos de entrada al mundo de la informática, la socialización digital y el conocimiento. Son los teléfonos, los móviles inteligentes.
Y, como en ese 2007, se hace necesario evaluar quitarles el IVA. Todos los colombianos deben tener el derecho a contar con la misma oportunidad de acceso a esa tecnología, como sucede en el resto del mundo.
Un teléfono inteligente no es un bien de lujo. Es un dispositivo necesario que hace la diferencia a la hora de elevar la productividad y el acceso democrático a la era de la información.
Acceder a un smartphone de buena calidad, con respaldo e innovación tecnológica, no debe ser algo exclusivo de los más ricos. Hoy las marcas de contrabando, pobres en lo técnico, que pululan en comercios informales, son la principal opción que tienen las personas de escasos recursos en la mayoría del país.
La exención del IVA a teléfonos inteligentes le permitirá a las marcas que invierten en el desarrollo de un mercado legal acercarse con una oferta asequible a más personas, quienes a su vez tendrán las mismas oportunidades de comunicación, entretenimiento y conocimiento que los estratos altos. Y esos son apenas algunos beneficios.