Cocinar, según dice Andrés, le valió un
trato preferencial en el Ejército. 'Le cogí amor a la cocina', dice.
El Ministerio de Trabajo reveló que ya son 38 mil los varones que ejercen este oficio.
A sus 24 años, Andrés Duque ha sido soldado, mensajero, auxiliar de
panadería, chofer, obrero, jardinero, vendedor y pintor. Y, desde hace 6 meses,
‘muchacho del servicio’ por días.
Lava, plancha, cocina, barre y limpia el polvo en una casa de familia en la
que, además, debe cuidar a un hombre de 82 años, llevarlo al baño y darle
desayuno, almuerzo, onces y dejarle lista la cena.
También tiene que, al menos una vez por semana, fregar los baños. “Eso es lo
que menos me gusta. Pero trabajo es trabajo y hay que hacerlo”, dice con
marcialidad.
Su historia no es marginal. Aunque seguramente no está dentro de las cuentas
del Ministerio de Empleo –no le pagan seguridad social–, Duque es uno de los
casi 38.000 empleados domésticos hombres que hay en el país, según el
viceministro del ramo, Mauricio Olivera.
La razón por la que terminó en el oficio, que alterna con el lavado
de motos en la noche y que en el 95 por ciento de los casos es asumido por
mujeres, debe ser similar a la del resto de varones, según dice él
mismo. “Necesidad. Aunque sé hacer muchas cosas, no conseguía que me
contrataran en nada. Una agencia de empleadas del servicio me ofreció en una
casa de familia. Me aceptaron y arranqué”, dice.
Andrés cobra 28.000 pesos el día, tarifa que podría considerarse barata si se
compara con la de Ronald, otro ‘muchacho del servicio’ que empezó haciéndoles el
aseo a sus compañeros de universidad.
“Yo estudié producción de radio y televisión en Barranquilla. Limpiando las
casas de compañeros me ganaba unos pesos. Después de que terminé la carrera,
seguí. Hoy cobro 40.000 pesos por el día”, dice.
Y agrega otra cifra que sorprende. “A mí me contratan mucho porque me
recomiendan mucho. He hecho oficio en más de 100 casas diferentes”, asegura.
Como ellos, Se contactó a otros empleados en Cali, Bucaramanga y hasta en
Balboa (Cauca).
Y aunque el Ministerio aseguró que el servicio doméstico va a la baja en el
país indistintamente del género, todo parece indicar que los ‘muchachos de
servicio’ se están convirtiendo en una tendencia.
“Cada vez es más común que haya hombres. Son más eficientes y menos
conchudos. Ellos seguro no se ponen a escondidas la ropa de las patronas”, dice
Alexandra Navarro, gerente desde hace 10 años de Servidomésticos, una bolsa de
esta clase de empleo.
En total, dice el Ministerio, Colombia tiene unos 753.000 empleados
domésticos, de los cuales 38.000 son varones.
No se sabe a ciencia cierta, sin embargo, qué porcentaje de esa cifra obedece
a mujeres en labores históricamente masculinas, como conducción o jardinería, o
qué porcentaje de hombres trabaja ‘lavando y planchando’. Todas se agrupan en
‘servicios domésticos’.
Lo que sí se sabe con certeza es que hay más de este empleo en ciudades
cercanas a las costas. Mientras que en Villavicencio, por ejemplo, esa actividad
representa un poco más del 2 por ciento del total de empleos, en Montería la
cifra se asoma al 7 por ciento.
Y aunque las labores de hogar pagas constituyen el 3,5 por ciento de
las ocupaciones totales en el país (que son cerca de 21,5 millones), las
garantías laborales ahí siguen siendo escasas: solo el 8 por ciento de
esa clase de empleados tiene un contrato escrito. El resto, como Andrés Duque,
lo hace informalmente. “Yo soy de lavar y planchar, pero eso no quiere decir que
me tengan que pagar mal. Lo que quiero es ganarme la vida”, concluye.
Las cifras del
oficio doméstico
En 10 años, el trabajo doméstico ha generado cerca del 4 por
ciento del trabajo en el país. En el año 2012, la cifra se redujo al 3,5 por
ciento. La mayoría son mujeres: solo el 5 por ciento son hombres.
Montería tiene la mayor cantidad de empleados domésticos,
con 6,4 por ciento. Siguen Quibdó, Sincelejo y Pasto. Las que menos son Popayán,
Villavicencio y Armenia.