Sin la segunda generación de reformas, Colombia no crecerá

Xavier Sala i Martin, economista jefe del Foro Económico Mundial.

Xavier Sala i Martin, economista jefe del Foro Económico Mundial, dice que para poder consolidar el crecimiento de las economías emergentes es fundamental que esos países reduzcan su dependencia de las materias primas, y hagan ajustes en educación, infraestructura e instituciones.

Este año se ha puesto en evidencia la ‘fragilidad’ del crecimiento de los países emergentes. Si no se adoptan reformas en materia educativa y de infraestructura, países como Colombia podrían perder hasta dos puntos de crecimiento al año.
Así lo considera Xavier Sala i Martin, economista jefe del Foro Económico Mundial, quien habló con Portafolio.
¿Cuál es su visión de lo que ha sido este año?
Diría 3 cosas. Una, que Estados Unidos está mejor de lo que esperábamos a pesar de que no está rebotando rápido, y eso va a tener implicaciones para 2014 en la política monetaria. Segundo, Europa no sale del agujero; es verdad que las catástrofes de las que todo el mundo hablaba hace un año no se han dado, pero la verdad es que no está creciendo, el sistema bancario no está funcionando y vemos el segundo motor de la economía mundial parado.
¿Y la tercera?
El tercer punto es la fragilidad del mundo emergente, y aquí incluyo a Colombia. Fragilidad no quiere decir que haya crisis, pero algunos eventos de abril y mayo, cuando se empezó a sospechar que EE. UU. iba a poner fin al estímulo monetario, todavía no ponen fin a esa crisis. Solo eso, creó un tsunami en el mundo emergente que desaceleró la economía en el segundo trimestre, no por culpa de la política monetaria norteamericana, sino que se puso de relieve la fragilidad sobre la que se había construido el ‘boom’ de los países emergentes.
¿A qué se refiere?
Una gran parte del crecimiento venía de las materias primas más caras, de las rentas que tenían del primer grupo de reformas en estabilidad macroeconómica, pero se puso de relieve que la segunda parte de reformas, como la liberalización de mercados, no se había hecho. Al contrario, cada vez más países como Argentina, Venezuela, Rusia, Turquía, China, entre otros, han avanzado en un gran intervencionismo, y esto impide la competitividad. Eso muestra que a lo mejor el ‘boom’ del mundo emergente no era tan sólido como se pensaba.
Aun así, los emergentes siguen creciendo a tasas superiores a las del mundo en desarrollo...
Países como Colombia se han recuperado, pero no ha llegado a las tasas de antes del 2011. China está creciendo a 7 por ciento, y Brasil está creciendo menos. Es verdad que, comparado con Europa, el mundo emergente está creciendo, pero lo que he dicho es que se ha puesto de relieve la fragilidad del crecimiento, lo cual ofrece duda sobre la posibilidad de que este dinamismo siga en el tiempo, si no se hacen las reformas que requieren.
¿Como cuáles?
Algunos países tienen que afrontar la corrupción; otros, como Colombia, el tema de infraestructura; otros tienen que hablar del sistema educativo. Si no se hacen estos ajustes y se sigue dependiendo del ‘boom’ del petróleo, cuando este termine se acaba el auge económico.
¿Cree que este periodo de auge les trajo a las economías emergentes algo de complacencia, en el sentido de que se perdió la urgencia de las reformas?
Claro, pasa en todas partes. Por ejemplo, durante la burbuja en España, cuando las cosas iban bien, los políticos se dedicaban a ponerse medallas. Eso hace que las reformas, sobre todo las que son políticamente más dolorosas, no se lleven a cabo.
Hay dos escenarios: o el mundo emergente hace las reformas o deja que las cosas sigan como van…
La consecuencia será que el ‘boom’ económico que habíamos dibujado desde el principio de la crisis financiera, donde ha habido esa aparente separación entre los emergentes y los desarrollados, se encaminará a desaparecer. Si Colombia desperdicia la oportunidad de reformar, de conseguir la paz, pues el crecimiento a largo plazo tenderá a bajar a 1 o 2 por ciento por año.
Este año que termina se vieron protestas en economías emergentes. ¿Cuál es su análisis?
En el mundo árabe y en América Latina una gran parte del crecimiento ha sido muy desigual, y las protestas vienen normalmente de la gente que vive en un país donde el resto de los ciudadanos está creciendo, y aun así sus posibilidades no mejoran.
Encuestas en Colombia muestran que el respaldo a los TLC, e incluso a la inversión extranjera, han disminuido. ¿Cree que eso da pie para adoptar políticas proteccionistas o restrictivas a la entrada de capitales?
Cuando hay comercio o inversión extranjera, siempre hay quien gana y quien pierde, pero es más lo que se gana. Es mala idea usar el descontento de los que salen perdiendo para impedir que haya comercio, y esto normalmente se hace, no porque el comercio sea malo, sino porque quienes salen perdiendo, sobre todo empresarios, utilizan su poder político para hacer que el gobierno les proteja.
¿Qué perspectivas tiene para la economía?
Colombia va a seguir creciendo en los próximos trimestres 4,5 o 5 por ciento. No sé cómo van a reaccionar los gobiernos, pero creo que sin las reformas, las perspectivas para el futuro son negras. Si Colombia desperdicia la oportunidad de invertir inteligentemente (lo que el Gobierno piensa invertir en infraestructura), va a dejar de crecer, igual si no hace la reforma educativa. Colombia no puede seguir creciendo simplemente basándose en la esperanza del petróleo. No sé cómo van a acabar las negociaciones de paz, ni los TLC, ni Estados Unidos, pero lo que sí sé es que si no se hacen las reformas de segunda generación, las perspectivas de crecimiento son negativas.
 
¿Por qué el país no avanza en los escalafones de competitividad?
En los últimos años se han incluido más países en los escalafones de competitividad, y algunos se han puesto delante de Colombia.Aunque el país pudo hacer las cosas bien, si los vecinos también hacen las cosas bien, su posición con respecto a ellos no cambia.
 
Dicho esto, en algunos aspectos muy importantes de la competitividad el país se está quedando rezagado. Uno es la incertidumbre institucional, la falta de confianza en los políticos, la corrupción, dónde terminará el proceso de paz. Segundo, el tema de la infraestructura, y ahora que el Gobierno ha decidido dar un paso adelante con el plan nacional de infraestructura y gastar un presupuesto importante, será clave que estas inversiones se hagan de manera inteligente.
 
Sería muy importante que no se haga infraestructura con el fin único de gastar, ni de hacer carreteras con criterios políticos. El tercer punto es la educación y la desigualdad. Colombia tiene algunos de los mejores centros universitarios que pueden competir internacionalmente, el problema es que al lado de estas universidades están millones de niños con una educación primaria deficiente, e incluso sin educación. Sin una revolución en el sistema educativo, Colombia no tiene futuro.

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