El reporte de sostenibilidad continúa siendo voluntario en Colombia, pero su importancia para empresas, pymes y profesionales independientes es cada vez mayor. Aunque no exista obligatoriedad normativa general, los mercados, los clientes y los entornos de control exigen mayor transparencia en asuntos ambientales, sociales, éticos y de gobierno corporativo. Para muchos empresarios, la confusión surge al intentar entender si deben implementarlo, cómo prepararlo o si pueden esperar a que la regulación avance. En este análisis claro y práctico, Diana Cristina Cardona Cardona explica por qué el reporte voluntario ya no es opcional desde la perspectiva estratégica, cómo se relaciona con las exigencias actuales del país, qué riesgos reputacionales y de mercado implica ignorarlo y cómo Mi Contabilidad integra contabilidad, tecnología y BI para acompañar procesos de sostenibilidad con rigor profesional. Una guía completa, cercana y orientada a decisiones responsables.
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En los últimos años, los empresarios colombianos se han enfrentado a una presión creciente por demostrar prácticas responsables, incluso cuando la norma no impone la obligación de reportarlas formalmente. Muchos escuchan hablar de sostenibilidad, criterios ESG, debida diligencia y gestión de impactos, pero la incertidumbre aumenta porque no existe una regulación unificada que obligue a todas las empresas a presentar un reporte de sostenibilidad. Esta mezcla de expectativa del mercado y ausencia de obligatoriedad legal genera dudas legítimas: ¿mi empresa debe hacerlo?, ¿qué tan complejo es?, ¿qué pasa si no lo hago?, ¿qué esperan realmente clientes, proveedores y entidades de control? Desde mi experiencia como contadora y revisora fiscal, he visto cómo estas preguntas se repiten y requieren respuestas claras y realistas. La contabilidad no es solo números, es la base para decisiones sólidas y sostenibles.
El debate alrededor del reporte de sostenibilidad en Colombia suele estar marcado por interpretaciones fragmentadas y expectativas dispares. Mientras algunos creen que es un requisito inminente impuesto por autoridades como la Supersociedades, otros consideran que es un simple acto voluntario sin mayor relevancia empresarial. La verdad es más matizada: aunque no existe una obligación generalizada que cobije a todas las empresas, la sostenibilidad dejó de ser una cuestión de imagen para convertirse en una herramienta estratégica de competitividad, gestión de riesgos y permanencia en el mercado.
Comprender por qué un reporte voluntario puede ser decisivo exige revisar su origen, su sentido práctico y su impacto en el contexto colombiano. Desde la perspectiva normativa, entidades como la DIAN, la UGPP, la SIC y la Supersociedades han fortalecido su enfoque hacia la transparencia, el control del riesgo y la trazabilidad del comportamiento empresarial, aunque no se refieran directamente al reporte de sostenibilidad. Los esfuerzos en prevención del lavado de activos, control laboral, gobierno corporativo y protección del consumidor tienen un punto de convergencia: la necesidad de que las empresas demuestren coherencia y responsabilidad en su actuar. Y es ahí donde la sostenibilidad toma fuerza, no como imposición, sino como ventaja.
Los modelos internacionales han dejado clara la tendencia. En la Unión Europea, la Directiva CSRD amplía la obligación de reportar sostenibilidad a miles de empresas. En Estados Unidos, aunque el camino ha sido más lento, las exigencias de la SEC sobre revelación de riesgos climáticos avanzan. En América Latina, países como Chile y Brasil han fortalecido las guías de divulgación ESG para emisores de valores. Colombia, aunque no ha hecho obligatorio el reporte para todas las empresas, sigue integrándose progresivamente a prácticas internacionales mediante guías, estándares voluntarios y regulaciones específicas para sectores supervisados. En la práctica, esto significa que la empresa que espere hasta que la obligatoriedad sea norma general, llegará tarde frente a su competencia.
El mayor error es creer que sostenibilidad es sinónimo de ambientalismo. En realidad, abarca prácticas laborales, ética empresarial, respeto por la información personal, gobierno corporativo, gestión financiera responsable, impacto social y relación con proveedores. Desde la óptica contable, esto se traduce en revelar cómo la empresa crea, conserva o destruye valor a largo plazo. Y aquí surge la primera necesidad real: si la organización no documenta, mide, controla y presenta esta información, difícilmente podrá demostrar transparencia ante clientes o aliados estratégicos.
La segunda necesidad tiene que ver con la confianza. En mis años de ejercicio profesional, he evidenciado que las empresas que generan información clara y verificable —aunque no exista obligación formal de reportarla— ganan credibilidad y respaldo de proveedores y usuarios. Esta dinámica es especialmente visible cuando buscan alianzas, licitaciones, certificaciones o acceso a mercados internacionales. Muchas pymes creen que los informes de sostenibilidad están reservados para grandes corporaciones, pero hoy se convierten en señales clave de cumplimiento y madurez organizacional, incluso para emprendimientos y empresas familiares.
Un ejemplo recurrente surge en sectores con impacto laboral significativo. Las empresas que no poseen claridad en su cumplimiento frente a la UGPP, ni en prácticas de contratación justa, terminan enfrentando contingencias costosas y desgastantes. Integrar esta información en un reporte de sostenibilidad no solo evidencia cumplimiento, sino que permite identificar riesgos antes de que se materialicen. Lo mismo ocurre en el ámbito de protección de datos personales, donde la SIC ha intensificado sus acciones; una compañía sin trazabilidad sobre su manejo ético de la información pierde reputación y oportunidades comerciales. La sostenibilidad ayuda precisamente a organizar estos componentes dispersos.
La tercera necesidad está relacionada con el acceso a financiamiento. Diversas entidades financieras —locales e internacionales— ya incluyen criterios ESG al evaluar riesgos y otorgar créditos. Muchas pymes desconocen que un reporte voluntario de sostenibilidad puede mejorar sus indicadores de riesgo, evidenciar capacidad de gestión y respaldar la viabilidad de proyectos. La información no financiera comienza a influir directamente en las tasas y en la aprobación de líneas de crédito. No es una obligación legal: es una ventaja competitiva.
Una situación similar ocurre en procesos de contratación con grandes compañías. Cada vez más empresas exigen a sus proveedores demostrar prácticas de sostenibilidad como parte de sus criterios de selección. Si una empresa colombiana no cuenta con documentación estructurada, puede quedar por fuera de negocios lucrativos solo por no contar con reportes que todavía no son obligatorios, pero sí determinantes.
Así, aunque la normativa colombiana no obliga a todas las empresas a presentar un reporte de sostenibilidad, el mercado sí exige pruebas de responsabilidad, ética y cumplimiento. La obligatoriedad implícita viene del entorno empresarial, no del regulador. De hecho, muchas compañías que inicialmente veían el proceso como un gasto administrativo ahora lo consideran una herramienta de control interno y un mapa estratégico para tomar decisiones.
Desde Mi Contabilidad, hemos acompañado empresas que necesitaban un diagnóstico inicial para entender su nivel de madurez y su capacidad de reportar. En varios de esos casos, identificamos que la información ya existía, pero estaba desorganizada entre áreas contables, financieras, administrativas, laborales y de cumplimiento. El reto no era generar datos nuevos, sino integrarlos bajo un marco coherente: impactos, riesgos, políticas, resultados y metas. Esta integración se vuelve más eficiente cuando sumamos el apoyo tecnológico que Julio César Moreno Duque aporta a nuestros clientes, conectando la contabilidad tradicional con herramientas de productividad, automatización y business intelligence.
Esta sinergia permite que los reportes no sean documentos aislados, sino sistemas vivos de datos. Julio implementa modelos de análisis que permiten visualizar el comportamiento de riesgos, impactos, indicadores laborales, huellas ambientales, indicadores financieros y trazabilidad documental. Esto evita que la sostenibilidad se perciba como un trámite o una moda, y la convierte en un activo estratégico de la empresa. En otras palabras, construyendo un mundo nuevo; trabajando inteligente para el ingreso de nuestros clientes a la nueva era contable y tributaria.
Los beneficios se hacen evidentes en casos reales. Una pyme del sector alimentario que asesoramos perdió inicialmente una oportunidad de alianza internacional por no presentar información clara sobre sus prácticas de calidad y gestión laboral. Tras implementar un diagnóstico, estructurar políticas, establecer indicadores y preparar un informe de sostenibilidad, no solo recuperó la oportunidad, sino que aumentó sus ventas gracias a una mayor percepción de confianza. Lo que parecía una obligación futura se convirtió en una ventaja actual.
Otro caso interesante fue el de una empresa de servicios tecnológicos que requería demostrar buenas prácticas para participar en una licitación. El informe de sostenibilidad no era un requisito formal de la convocatoria, pero su presentación voluntaria fue determinante para la adjudicación. El comité evaluador destacó la madurez organizacional, la trazabilidad documental y la coherencia ética de la compañía. Es una prueba clara de cómo el entorno empresarial valora la sostenibilidad incluso cuando la norma no lo exige.
En este escenario, es fundamental que los empresarios que aún no inician este camino entiendan que tienen dos opciones: construir su sostenibilidad desde ahora, o esperar a que el mercado los obligue y entrar en desventaja. Por eso, ofrecemos una evaluación sin costo del nivel de madurez en sostenibilidad para empresas nuevas o pymes que aún no han estructurado sus políticas internas, como una forma de reducir barreras y facilitar la transición hacia prácticas modernas. Esta oferta sin riesgo permite identificar prioridades y planificar un paso a la vez.
Adicionalmente, brindamos una sesión sin costo de revisión documental para analizar si la empresa ya cuenta con la base para un reporte preliminar. Esto evita que los empresarios asuman procesos costosos innecesarios y les permite entender el alcance real de su información disponible. Estas pequeñas decisiones pueden marcar la diferencia entre perder oportunidades o aprovecharlas.
Los empresarios que comprenden esta dinámica ya no ven el reporte de sostenibilidad como una carga, sino como un espejo que revela la fortaleza de su negocio. En un entorno donde la transparencia se convierte en valor, la sostenibilidad es una señal de madurez y compromiso. La ausencia de obligatoriedad no es excusa para permanecer inmóviles; es una oportunidad para anticiparse.
Mi recomendación profesional es clara: inicia, aunque sea con un diagnóstico preliminar. Organiza tu información laboral, financiera, contable, ambiental y de cumplimiento. Construye políticas claras. Mide lo que haces. Presenta resultados. El valor no está en cumplir con una norma inexistente, sino en demostrar que tu organización actúa con responsabilidad, visión y transparencia.
Recuerda siempre que la contabilidad no es solo números, es la base para decisiones sólidas y sostenibles. Cuando una empresa comprende esto, la sostenibilidad deja de ser un requisito hipotético y se convierte en una herramienta poderosa para crecer.
Si hoy solucionas este problema con nosotros, seguiremos acompañándote para que no vuelva a ocurrir.
