Nos adelantamos casi 10 años en el ajuste de las finanzas: Restrepo


“Era el momento para servirle al país en la peor de sus circunstancias,” dice.

El ministro relata el recorrido entre la recesión histórica del covid al fuerte crecimiento actual.

El 3 de mayo del año pasado, entre los bloqueos que atacaban la economía, se anunciaba que José Manuel Restrepo, ministro de Comercio, Industria y Turismo, pasaba al ministerio de Hacienda a remplazar a Alberto Carrasquilla.

Iban cinco días de violencia en los que se mencionaba el proyecto de ley que paradójicamente buscaba mantener los billonarios programas para la población vulnerable, proteger miles de empleos en peligro por los confinamientos del covid-19 que se habían comenzado a aplicar más de un año atrás, y garantizar su financiación.

Tras el histórico desplome de la economía por el covid, Restrepo está a punto de terminar su gestión con niveles de crecimiento económico también históricos, y hace un recuento de ese tiempo.

¿Cómo le propone el presidente que usted pasara de Comercio a Hacienda?

Yo ya estaba terminando mi gestión como ministro de Comercio Industria y Turismo, y planeando salir al sector privado e iba a hablar con el Presidente. Y es cuando él me plantea esa propuesta en un momento muy caliente.

¿Qué se le vino a la cabeza?

Mucho temor, porque el momento era muy difícil... Se me viene a la cabeza que de pronto yo podía ser una persona idónea para el cargo, primero, porque tengo claro que la economía es y debe estar al servicio de los más vulnerables, Mi prioridad siempre fue no solamente crecer, sino crecer con corazón o sea, con empleo, destruyendo pobreza e inequidad. Crecer pensando en el más pequeño del tejido empresarial, en el microempresario. Entonces dije, “yo puedo ayudar en un momento muy difícil, donde socialmente se necesita alguien que esté dispuesto a tener esa empatía con esos actores más vulnerables”.

Y aceptó de inmediato…

Créame, primero hice la consulta con mi familia. Iba a ser muy difícil sacar adelante la iniciativa legislativa de una reforma tributaria, pero sabía, simultáneamente, que se necesitaba. Me decidí a aceptar porque estoy convencido de que, como dice alguien, si uno no viene al mundo para servir, no sirve para vivir. Y porque tenía la firme convicción de que la única manera de sacar adelante en ese instante una reforma tributaria era con una gran dosis de construcción de consenso. Mi experiencia previa al mundo político es la Academia. En la Academia uno vive construyendo consensos, porque las universidades son unidad en medio de la diversidad.

Al llegar, iba más de un año del golpe económico del covid. ¿Cómo encuentra el gasto?

El 2019 había tenido un resultado sobresaliente. La Ley de Crecimiento fue fundamental y Colombia era la economía que más aceleraba frente a más de 52: cifras récord en industria, en turismo, en comercio. La inversión extranjera creció a las mayores tasas en cinco años. El déficit fiscal era el más bajo en la historia reciente, y la deuda pública se había estabilizado cerca del 50 por ciento. Pero llega este escenario totalmente distinto. Durante todo el tiempo de la pandemia tuvimos que actuar con una política contracíclica, invirtiendo 11 por ciento del PIB en salud, recuperación y sostenimiento del empleo, en un esfuerzo en materia de social. El déficit fiscal se multiplica por más de tres. La deuda pública se incrementa en 15 puntos porcentuales, o sea, estaba en 65 por ciento. Y el déficit fiscal, cerca del 7 por ciento.

Debieron lidiar con uno de los peores choques.

Diría que nos tocaron cuatro choques: cuando arrancamos, la migración de Venezuela, que lo asumió el Presidente con el respeto a la dignidad de los migrantes. Dos millones y medio de personas, una ciudad entera. Dos: algo que no había sucedido en Colombia. Un huracán nivel 5 en Providencia. Tres, los bloqueos de vías. Aprendimos que no nos podemos dar un tiro en el pie. Los precios de la papa crecieron, los bloqueos generaron desabastecimiento, destruyeron capacidad en el sector porcícola y avícola, que no se recuperan en dos años porque hay que recuperar la capacidad de producción.

Y cuatro, enfrentamos el choque del covid-19. El peor choque en la historia del país. A mí me da un poco… no sé si de tristeza, cuando algunos que en su momento dijeron que había que invertir más en los más vulnerables para salir de la pandemia, hoy dicen "cómo es posible que el déficit fiscal haya aumentado y la deuda pública haya aumentado". ¡hágame el favor! Una incoherencia profunda.

Invertimos 11 por ciento del PIB pero, en simultánea, avanzamos en reducir esa deuda pública, ese déficit para dejarlo en los niveles mínimos, enfrentando el problema social.

¿Cómo aplicó esa vocación de consenso para la reforma?
Recorrí el país durante dos meses y medio. y me senté a hablar abiertamente y recibir todas las críticas, todos los mensajes positivos, negativos, agradables, desagradables. Hablando con líderes estudiantiles, con el comité del paro, con sindicatos, con gremios de la producción, con empresarios, con partidos políticos, con medios de comunicación, con beneficiarios de programas sociales. Y definí una línea de actuación en donde el consenso era “¿qué no debería incluir la reforma?”.

¿Funcionó esa búsqueda de consenso?

Para mi satisfacción, el Fondo Monetario Internacional -después de esa tarea nuestra- hizo recomendaciones de cómo hacer reformas fiscales en el mundo en pandemia o después de pandemia, y hay un párrafo muy claro que dice que lo que hay que hacer es construir consenso, y tener empatía con las necesidades de los más vulnerables; hay que tener capacidad de escucha y diálogo. Eso fue lo que hicimos.

Esta reforma acudió al bolsillo del más pudiente para llegar al bolsillo del más vulnerable. Por eso la denominamos Ley de Inversión Social.

​Involucramos la matrícula cero, retomar de nuevo el subsidio a la nómina por un tiempo. Incluimos un incentivo al empleo que fue discutido con los jóvenes. Fue propuesta de la juventud, que tenía un beneficio de costos de seguridad social cubiertos por el Estado. En las conversaciones que tuve en varias ciudades, los jóvenes dijeron, “¿por qué no hacer algo similar con la mujer mayor de 28 años?”. Luego creamos un modelo para mujeres y hombres mayores de 28 años.

Además del empleo, ¿qué se hizo para los negocios?

Los entes territoriales me dijeron, “necesitamos créditos para la reactivación económica”, y creamos medidas en esa dirección. Hablando con los empresarios y microempresarios, me hicieron la reflexión sobre el sector gastronómico y el sector turístico e incluimos beneficios para el microempresario.

¿Y cómo lograr los recursos?

Se incluyeron las declaraciones sugeridas, facturación de renta para que la declaración se cobre como una factura. Fortalecimos la factura electrónica que ya está llegando casi a 800.000 facturadores. Y creamos un mecanismo del registro de beneficiarios finales para identificar quién está detrás de las empresas y saber a quién debemos acudir para acabar con las expresiones de evasión.

Las fuentes vinieron de la austeridad; de lucha contra la evasión, de una modificación de la tarifa corporativa, de las sobretasas al sector financiero. También, de las facilidades para la enajenación de activos y de una estrategia para normalizar a muchos actores que están en evasión, y se lograron formalizar casi 400.000 millones de pesos.

¿Aparte del recaudo, qué se hizo para ordenar las finanzas?

Una primera convicción que tuve fue la modernización de la regla fiscal. Meter compromisos fiscales no solo en déficit sino en la deuda. También, más autonomía del Comité Autónomo de la Regla, y empezar a mejorar recaudo. La Dian reaccionó muy positivamente. Sobrecumplió metas. Del 2020 al 2021 el déficit fiscal se mejora en 1,5 puntos porcentuales, de 8,6 a 7,1. Y en el 2022 se mejora del 7,1 al 5,6 con el cual se va a cerrar este año. O sea, tres puntos porcentuales de menor resultado negativo.

¿Qué ha pasado con la deuda?

La deuda pública también se reduce. Nunca me imaginé que iba a caer como cayó. Mi meta era lograr el 60,7 por ciento de deuda neta pero en el 2032. Bueno, eso se logró, en el 2022. Nos adelantamos casi 10 años en el ajuste de las finanzas públicas.

¿Con este panorama, qué oportunidad hay para el gobierno que entra?

Dejamos una economía que está creciendo a tasas históricas frente al mundo. De seguir en la senda trazada en el 2023 -que incluso supone que hay una desaceleración inevitable en el crecimiento- Colombia lograría, primero, un déficit fiscal del 3,6 y superávit fiscal primario, que no se logró sino en 2019 y siete años atrás. Está absolutamente planificado. Se podría lograr con el recaudo que se está dando, incluso con el crecimiento desacelerado que se prevé para el 2023, con la senda de gasto de inversión pública y sin generar ningún ingreso adicional.

¿En qué cree que pueda haber continuidad?

Creo que el gobierno entrante es consciente de que hay que animar la inversión y la dinámica productiva. He visto al ministro Ocampo muy interesado en multiplicar aún más las exportaciones. Los he visto, también, interesados en la apuesta que hicimos con el mayor avance en financiamiento verde que se haya tenido recientemente en el país, porque nosotros emitimos los bonos verdes; creamos la taxonomía verde y vamos a dejar la plataforma lista para la emisión de bonos sociales y sostenibles. También les interesa la transición energética.

¿En qué habría cambios?

Seguramente van a hacer unos ajustes a varios de los programas de política social. Tienen una apuesta con nuevos programas, y para eso es que requieren nuevos recursos y proponen una reforma. Es obvio que a través de la reforma tributaria hay asuntos que serán distintos a lo que nosotros teníamos, y me refiero a algunos beneficios que pueden existir en materia tributaria para sectores que consideramos claves para el crecimiento. Sectores importantes, industrias creativas, el sector agropecuario. Una serie de sectores que están exportando desde las zonas francas, entre otros temas.

¿De lo que no pasó el año pasado, qué cree que se retome?

La propuesta que presentó Alberto Carrasquilla tenía toda una batería de instrumentos de impuestos. Algunos de ellos pueden ser objeto de reincorporación. En la propuesta, Alberto también tenía algunos elementos relacionados sobre cómo lograr que hubiera una base mayor de personas naturales en el impuesto de renta. No sé si vienen con esta intención. Creo que hay coherencia en continuar en la senda de lucha contra la evasión y el contrabando. Creo que ahí habrá una profundización. Ellos tienen una plataforma de propuestas seguramente en patrimonio, y nosotros las excluimos porque como se aumentó la tarifa corporativa, no queríamos sumar esto de tal manera que la tarifa fuera más alta de la que teníamos antes de inicio del gobierno.

Ya es de público conocimiento que no van a implementar el día sin IVA. Hay una diferencia respecto a ese que, para nosotros, ha sido un instrumento muy importante reactivación económica.

¿Sacar 50 billones de pesos de la dinámica económica podría precipitar una recesión?

En medio de la desaceleración, Colombia es la distinta. El Fondo Monetario acaba de elevar el pronóstico. Más que duplica el crecimiento de América Latina. Y señala que el crecimiento va a ser el más alto de la Ocde. Además, en el año siguiente, el crecimiento va a ser de 3,5, con lo cual también va a ser uno de los más altos de la Ocde.

Lo que sí siento es que en un escenario de desaceleración global, gran parte de los resultados, estos y los que vengan, dependerán de la inversión. Ya no solo del consumo. Pero fortalecer la inversión necesita enviar mensajes muy claros. Es muy importante que ya posesionado el gobierno entrante, tengamos una propuesta definitiva de reforma para que el sector privado tenga absoluta claridad sobre lo que eso significa, y se logren eliminar algunas inquietudes. Las certezas son definitivas de cara al sector privado y el sector privado es definitivo de cara a la inversión.

¿Qué puede decir de la gestión de su antecesor, Alberto Carrasquilla?

Mire, las reactivaciones no se logran en un año y tres meses, que es lo que yo he estado en el ministerio. Alberto estuvo cerca de tres años como ministro de Hacienda, y le tocó el peor momento, con la pandemia. Alberto construyó la Ley de Crecimiento y toda la estrategia pro iniciativa privada, pro desarrollo productivo. La pandemia implicó un esfuerzo brutal porque se expidieron 170 decretos legislativos (170 leyes); más de 900 medidas. Un 65 por ciento de ellas en cabeza de Hacienda.

La gratitud es una expresión de naturaleza humana. Alberto y su equipo fueron protagonistas del resultado que hoy vemos en materia de reactivación económica.

Gran parte del resultado que se muestra en una economía reactivada presentándose ante el mundo como una de las mejores en materia de reactivación, de las mejores en destrucción de pobreza y de inequidad, es en buena medida obra del ministro Carrasquilla.

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