Llegados los primeros 30 días del gobierno de Iván Duque, es interesante ver las buenas intenciones que plantea la nueva administración, sobretodo en aspectos de innovación y digitalización.
El tener un gobierno que centre su crecimiento, estructuración y modernización a través de ese punto, es valioso y debe llenarnos de esperanza de ver en poco tiempo un país más moderno. Pero las buenas intenciones no bastan, en este barco tenemos que remar todos y aún que el gobierno debe ayudar, también debe poner unas buenas reglas de juego que vayan en pro de ese objetivo para que la gran mayoría de colombianos realmente se impulsen a dar el salto de innovación que el país y la sociedad reclaman y necesitan.
Comparto lo que considero que debe ser el modelo de apoyo que debe ofrecer este nuevo gobierno. En la última semana de agosto, el gobierno confirma la inyección de apoyo financiero a los cafeteros por un valor de $100.000 millones, estos son aproximadamente $35 millones de dólares.
Este es un valor considerable y nos alegra por la industria cafetera del país. Seguramente detrás de ella vendrán la industria de flores, banano, cacao, etc. Desde que tengo uso de razón y más o menos me interesa la información del país, de forma reiterativa escucho que varias industrias (realmente las que acabo de nombrar) piden de forma constante apoyo y ayuda al gobierno. Y este, casi siempre, termina dando la ayuda financiera que estos gremios solicitan. Sin embargo, creo que llegó la hora de condicionar esa ayuda, porque de lo contrario estaremos en próximo gobierno, recibiendo la misma información y noticia.
Con un grupo de amigos debatía sobre qué pasaría si la industria digital recibirá una inyección de dicho calibre. ¿Que tal si el gobierno hiciera una selección de las mejores 20 o 30 startups más prometedoras del país y repartiera ese dinero entre las 30 (1 millón de dólares para cada una)? ¿En que se podría devolver eso en beneficio, no sólo de las startups, sino de la sociedad y por consiguiente del estado? Empleos de calidad, generación de valor, crecimiento de mercado.
Y con esto no quiero decir que el dinero de los caficultores, bananeros o floricultores se lo den a las startups, lo que quiero decir es que dicho dinero debería estar condicionado a única y exclusivamente a la innovación y transformación de esas industrias. Que la inviertan en las áreas, líneas o productos que sean innovadores, disruptivos y que permitan realmente generar valor, para que realmente exista un beneficio de media y largo plazo y no un salvavidas temporal.
Estas industrias que son tan importantes para el país tienen que trabajar realmente en cómo serán sus próximo años, porque no puede seguir dependiendo de un Papá Gobierno que les ayuda. De entrada, ¿por qué no realizar un censo de las startups, estudios universitarios o centros de investigación que estén aplicando tecnologías e innovación para estas industrias y utilizar dicho dinero para patrocinar y aplicarlo a sus problemas?
Quisiera entender cómo aplicará la industria cafetera semejante ayuda. ¿En donde la invertirán, cual será el retorno esperado en ello? ¿Se van a desarrollar nuevas materias primas a base de café, vamos a desarrollar nuevos componentes naturales a base de café? ¿Van a mejorar los procesos de sembrado a base de tecnología para poder generar una cosechas más productivas? ¿O simplemente van a esperar a tener un mejor cosecha o ver cómo se estabiliza el precio del mercado mundial?
**Para que nos hagamos una idea de lo crítico y sensible que es el tema de innovación, podemos comparar el registro de patentes en el mundo. Específicamente en Latinoamérica, para el año 2016, el total de patentes registradas por Brasil llegaba a 28.010, mientras que en Colombia solo llego hasta 2200 patentes registradas en ese mismo año. Colombia hizo menos del 10% en este sentido que sólo Brasil, realmente lamentable.
Como dijo en su momento Albert Einstein: “No esperes resultados diferentes haciendo lo mismo”, por lo tanto, llegó la hora de exigirle, no sólo al gobierno, sino a las empresas y gremios a trabajar y hacer las cosas de manera diferente.
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