Por qué Colombia debe tener deuda externa y cómo lo siente su bolsillo?

La deuda pública es una de las vías que tiene un gobierno para financiar sus necesidades de inversión y, de vez en cuando, toca buscar endeudamiento externo ¿Le toca pagar a usted de su bolsillo algo de esa carga financiera?

 

La mayoría de personas consideramos endeudarnos para lograr nuestros objetivos de corto y largo plazo. Para eso, acudimos a los bancos cuando necesitamos que nos presten para poder hacer un estudio, comprar un vehículo o adquirir una vivienda. No son muchos los casos de personas que reciben tan buenos ingresos que nunca necesitan un préstamo.

En resumen, si obtenemos un crédito es porque estuvimos juiciosos con nuestro historial en las centrales de riesgo y además, miraron que los ingresos estaban sólidos (como un trabajo de tiempo completo y a término indefinido), además de contar con deudas que no superan cierto porcentaje de lo que se percibe mensualmente. Sin embargo, ese crédito es para algo mucho más importante, como por decir, la vivienda. Es decir, pese a que tenemos ingresos, la plata no alcanza para hacer una inversión. 

Algo similar sucede con los países que deben endeudarse. En especial, los latinoamericanos acuden a préstamos tanto locales como internacionales para financiar su inversión. Haciendo un paralelo con las personas, un país recibe ingresos gracias a sus impuestos, como también sus activos (por ejemplo, son productores de cobre como Perú y Chile), esa plata la usan para sus gastos (el funcionamiento del Estado) como también su inversión (hacer escuelas, el gasto en defensa, programas sociales, etc). Como suele ocurrir, resulta casi imposible para un país crecer sin endeudarse. Pero ¿Qué tiene que ver con usted el tema? Quizá más de lo que pensaba. 

El cobro que llegaría a su casa

Para tratar de poner un contexto, se ha tratado de acercar la deuda externa al bolsillo de las personas haciendo un ejercicio aritmético. Resulta que, en el caso colombiano se ha dicho que si la deuda pública externa se dividiera hoy en los 49 millones de habitantes, cada uno debería alrededor de $4,2 millones. Eso porque el saldo de la deuda externa en Colombia ascendió a $124.386 millones de dólares a diciembre de 2017, un crecimiento del 3,6 por ciento frente al mismo mes del año anterior. 

Esta deuda externa representa un 40,2 por ciento del PIB, niveles que no se observaban hace más de 15 años. Según los datos del Banco de la República, la deuda del sector público representa un 58 por ciento de este total y alcanza un monto de 71.821 millones de dólares (23,2 por ciento del PIB). Dos terceras partes de esta deuda se encuentra en cabeza del gobierno central, seguido por las entidades descentralizadas nacionales con el 24 por ciento y por municipios y entidades descentralizadas municipales con el 7 por ciento.

Pero no es que a usted le vaya a llegar un recibo de cobro a su casa pidiéndole que se acerque a pagar. El Banco de la República aclara que se entiende por deuda externa bruta el monto, en un determinado momento, de los pasivos contractuales desembolsados y pendientes de reintegro que asumen los residentes de un país frente a no residentes, con el compromiso de realizar el futuro pagos de principal, intereses o ambos. 

La estadística de deuda externa incluye el financiamiento obtenido bajo las modalidades de préstamos bancarios, créditos comerciales o de proveedor, títulos de deuda (bonos) y arrendamiento financiero. Las estadísticas de deuda externa publicadas no incluye pasivos de corto plazo por inversiones de portafolio en Colombia.

¿Entonces qué pasa si la deuda crece? Para Daniel Velandia, jefe de investigaciones económicas de Credicorp Capital Colombia, el país tiene déficit en varios frentes, como educación, salud, seguridad, defensa y por eso el Ministerio de Hacienda elabora un plan para financiar esos gastos que tiene, tratando de evitar un recorte en los planes de seguridad social (Familias en Acción, Sisbén, pensiones, entre otros). 

Para eso, acude a fuentes como la emisión de los Títulos de Tesorería (TES), créditos en moneda local y créditos en moneda extranjera (dólares). Lo que viene ocurriendo hace unos meses, es que el saldo de la deuda en dólares está prácticamente igual, pero como el dólar pasó de 2012 a valer $1.800 a casi $3.000 en solo 6 años, el saldo de la deuda externa, llevado a pesos, como porcentaje del Producto Interno Bruto ha crecido y bordea niveles que no se observaban hace 15 años. Ya está alrededor del 50% y eso es materia de preocupación en el plano internacional, principalmente para las agencias de calificación de riesgo soberano (Moody’s, Standard and Poor’s y Fitch).


“Las calificadoras de riesgo y los inversionistas le ha dicho al gobierno que tome las medidas necesarias para evitar que esa deuda siga subiendo. Realmente el umbral del 50% ya es una señal de alerta”, explicó Velandia. 

El fantasma de esa preocupación es a raíz de la crisis de deuda externa que llevó en la década del 80 a declararse como la ‘Década perdida de América Latina’. En agosto de 1982, México declaró la moratoria de su deuda externa, dado que las condiciones externas e internas habían cambiado, se elevaron drásticamente las tasa de interés y parecía imposible continuar con el pago de esta obligación (OCAMPO, Jose Antonio y otros. La crisis latinoamericana de la deuda desde la perspectiva histórica. Cepal. 176 pg. 2014). En Costa Rica pasó igual en 1981 y a su vez, varios países venían experimentando dificultades, que se expresaban en atrasos en los pagos, al tiempo que se registraban salidas masivas de recursos financieros y los mercados cambiarios se veían sometidos a fuertes tensiones.

Colombia fue el único país que pasó sin incumplir sus compromisos financieros, en el año 1984 durante del gobierno de Belisario Betancur (Moreno, ALDEMAR. Moneda Sana: siete capítulos clave en la historia moderna del Banco de la República. pág 37. Imprenta Comercial. 2011). 

Lo bueno de ser ‘buena paga’

Ahora, suele decirse entre los técnicos, que si a la economía le va a bien, al país le va bien. Y si la economía va bien, su bolsillo estará bien. La mala noticia es que desde que empezó la caída en la cotización del petróleo, los ingresos fiscales de la Nación pasaron de ser 20% (una quinta parte de lo que percibía) a virtualmente 0 en el 2016. Imagínese que de su presupuesto sus ingresos desaparecen en una quinta parte. Y los gastos no pueden desaparecer, porque ¿qué puede recortar?

Eso le pasó a Colombia que vio cómo los ingresos por la exportación de petróleo y los impuestos que pagaban las petroleras en el país disminuyeron, pero hacer un ajuste en el presupuesto de la inversión no ocurre de la noche a la mañana, porque no puede quitarse de un momento a otro, el gasto en defensa, salud, infraestructura. Lo que derivó en recortar un poco el costo de funcionamiento del Estado y por otro lado, hacer una reforma tributaria que elevó el IVA al 19% y las medidas antielusión y evasión. Por eso, usted sí termina sintiendo el impacto de la deuda. 

Pero si el país, como viene ocurriendo, es buena paga, puede acceder a endeudarse a tasas de interés más baratas. Las tasas de interés de los títulos de la Nación (TES) tienden a ser más bajas, lo que quiere decir que el país no tiene que pagar plata de más al tenedor de estos títulos de deuda pública. Si no necesita más plata, en teoría, no le toca el bolsillo porque no habrá que buscar ingresos extra por la vía de una reforma tributaria. 

Y por último, cuando los TES emitidos están a bajas tasas de interés, eso replica en el crédito que manejan los bancos, ya que como para un banco endeudarse está más ‘barato’, eso quiere decir que no está alto el costo del dinero, por lo que una entidad tendría que ofrecer intereses más bajos para los préstamos que le ofrece a la persona de a pie, como también a las empresas que acuden al endeudamiento con el sistema financiero. 

Mejor dicho, la economía tiene que ver con todo, aunque usted tienda a creer que no es así.

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