La economía colombiana podría sufrir una recaída?

La desaceleración del crecimiento en el año pasado plantea dudas sobre su repunte este año. Sin embargo, las perspectivas son mejores. 

 

La construcción de infraestructura favorece el repunte de la inversión, la mejora de la competitividad y un aumento de la productividad. 

El año pasado fue muy malo para la actividad económica en Colombia. Por la ausencia de fuentes dinámicas de demanda, el crecimiento del PIB (1,8%) se desaceleró respecto de 2016 (2%) y fue el segundo menor de la última década, después de 2009 (1,7%).

Ante el estancamiento de las exportaciones (-0,6%), la actividad económica fue sostenida por un leve repunte de la demanda interna (1,7%), impulsado por una aceleración del gasto público (4%). El consumo de los hogares permaneció aletargado (1,7%), mientras que las importaciones se estancaron (0,2%) y la inversión se estabilizó (0,1%), después de la contracción del año anterior.

La estabilización de la inversión ocurrió gracias al repunte de maquinaria, equipo y obras civiles. El descenso de la formación bruta de capital fijo hizo caer la tasa de inversión de 29% a 27% del PIB entre 2015 y 2017, lo cual no mejora la capacidad de crecimiento de la economía.

En el último trimestre la actividad económica (1,6% anual) perdió algo del impulso que había ganado en los dos anteriores (1,7% y 2,3% anual), debido a una desaceleración del consumo privado (de 2,5% a 1,9% anual), por el menor gasto en bienes durables, que se había acelerado una año antes para anticipar el aumento del IVA.

Los sectores que le restaron a la expansión del PIB en 2017 fueron minas e hidrocarburos, industria, construcción y transporte y comunicaciones.

Con una contracción en el año (-3,6%), el sector de minas e hidrocarburos prolongó la depresión en que se encuentra desde 2014. Sin embargo, en el último trimestre dio señales de estabilización (0,5% anual), gracias a una mayor producción de carbón y de petróleo.

Recesión industrial

En contraste con los sectores industriales de otros países, la industria manufacturera colombiana cayó 1% en 2017. Con ello permaneció en el estancamiento que sufre, con altibajos, desde 2012.

Los subsectores que generaron la recaída fueron los de productos metálicos básicos, tejidos, minerales no metálicos, bebidas, maquinaria y equipo, equipo de transporte, muebles, impresos y editoriales, textiles, cuero y calzado. Los que atenuaron la contracción fueron los de refinación de hidrocarburos, químicos, papel y cartón, aceites y grasas, molinería, otras manufacturas y carne y pescado.

En el último trimestre la industria se volvió a contraer (-1,4% anual), sin señales de un cambio de tendencia.

De acuerdo con la encuesta de la Andi, los principales obstáculos para la actividad industrial son la falta de demanda, el costo de las materias primas, la volatilidad de la tasa de cambio, las estrategias agresivas de precios y comercialización, la incertidumbre fiscal, el contrabando, la infraestructura y los costos logísticos. Además, según la Encuesta de Fedesarrollo, las expectativas sobre la inversión en la industria en enero fueron inferiores a las del mismo mes del año anterior.

Sin embargo, las perspectivas del desempeño de la industria en 2018 son mejores. El Índice de Confianza Industrial de Fedesarrollo aumentó en enero frente a diciembre, aunque fue inferior al de hace un año. Los indicadores de la Andi de volumen de pedidos, percepción sobre la situación de la industria y expectativas de los industriales desmejoraron el año pasado respecto del anterior, pero mejoraron un poco en el último trimestre. Además, en el transcurso del año pasado la capacidad utilizada (76,2% en promedio) aumentó frente a los dos anteriores.

Estancamiento en construcción

La construcción cayó 0,7% en 2017, debido al descenso del subsector de las edificaciones, que cayó en una profunda depresión (-10,4%), como consecuencia del exceso de oferta no residencial y de vivienda para los estratos altos.

En contraste, el subsector de las obras civiles se aceleró a un ritmo saludable (7,1%), gracias a la expansión de la infraestructura minera, energética y recreativa.

En el último trimestre el sector se contrajo de nuevo. A pesar de ello, sus perspectivas para 2018 son mejores, debido al impulso que recibirá de la construcción de la infraestructura vial del 4G, superada la incertidumbre que la afectó el año pasado.

El sector de transporte y comunicaciones se estancó en 2017 (-0,1%) por falta de actividad en todos los subsectores. En el último trimestre el sector se contrajo (-1% anual), afectado por el paro de los pilotos de Avianca.

Los sectores que sostuvieron el magro crecimiento en 2017 fueron el financiero, los servicios sociales y personales, el agropecuario, el de comercio, hoteles y restaurantes y el de electricidad, gas y agua.

El sector financiero ha sido el que más ha contribuido a apuntalar la actividad económica durante la fase de desaceleración desde 2014. Sin embargo, se ralentiza a medida que la intermediación se frena. El año pasado creció (3,8%) menos que el anterior (4,4%). Sus perspectivas dependen de lo que suceda con el crédito, que el año pasado casi se congeló por falta de demanda de préstamos comerciales.

El sector de servicios sociales se aceleró el año pasado (3,4%) con base en un repunte de los que proveen las administraciones públicas.

En 2017 el sector agropecuario repuntó (4,9%), con base en la aceleración de la producción agrícola diferente del café, después de superar los estragos del Fenómeno del Niño en 2015 y 2016. No obstante, en el último trimestre se desaceleró (1% anual), por una contracción de la producción de café.

La desaceleración del crecimiento en el último trimestre plantea dudas sobre su repunte este año. Las perspectivas siguen favorables gracias a una serie de factores. El mayor crecimiento global y regional aumentará la demanda externa. La elevación del precio del petróleo dinamizará tanto el ingreso nacional como el del Gobierno.

La convergencia de la inflación y las expectativas, junto con el menor déficit externo permitirán un relajamiento adicional de la postura monetaria. La asimilación del incremento del IVA ya no frenará el consumo. La construcción de infraestructura acelerará la inversión. Sin embargo, para capitalizar estos estímulos se requiere una mejora de la confianza, que podría demorarse por la incertidumbre electoral.

Preocupación de las calificadoras

El impacto adverso del lento crecimiento sobre el recaudo de los impuestos genera inquietud en las agencias calificadoras de riesgo, porque dificulta el cumplimiento de las metas de disminución del déficit fiscal, que se requiere para estabilizar las deuda pública y llevarla de regreso a una trayectoria decreciente.

Ese fue uno de los motivos que condujo a Standard & Poor’s a degradar la deuda pública al finalizar el año pasado y a Moody‘s a cambiar su perspectiva de estable a negativa hace pocos días.

Por tanto, para conservar el grado de inversión es menester acelerar el crecimiento en el corto plazo y mejorar su potencial en el mediano plazo, por medio de reformas que eleven la competitividad y aumenten la productividad.


http://www.dinero.com/edicion-impresa/pais/articulo/los-riesgos-de-recaida-de-la-economia/255882

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