El cierre de la inflación al finalizar el año pasado y la última decisión de política monetaria fueron sorpresivas. Estas son las perspectivas.
La Junta del Emisor dio por terminado el ciclo de recorte de su tasa de interés de intervención, en una magnitud que consideró ligeramente estimulante.
La inflación al finalizar el año pasado (0,38% mensual y 4,09% anual) sorprendió a los analistas (0,31% y 4,01%) y al Banco de la República (BR), por segundo mes consecutivo, de manera que terminó por encima del límite superior del rango objetivo fijado por el emisor (4% - 2%) por tercer año seguido.
Sin embargo, la anual se redujo respecto de la de noviembre (4,12%), lo cual constituyó su primer descenso en cinco meses.
La presión inesperada al cierre del año surgió de la inflación básica, cuyos indicadores repuntaron, de manera que el promedio de ellos se incrementó de nuevo, esta vez a 4,66% anual.
La inflación sin alimentos, que es el indicador más tradicional de la inflación básica, aumentó de 4,80% a 5,01% anual, como efecto de los incrementos en los precios de los bienes y los servicios de recreación, transporte y comunicaciones.
Sin embargo, en la mayoría de esos casos se trata de alzas transitorias, que quizá no alterarán la tendencia decreciente que se prevé para la inflación este año y el siguiente.
Las perspectivas de inflación
Por eso los analistas no cambiaron, en promedio, su pronóstico de inflación total para 2018 y 2019, e incluso proyectan una reducción sustancial de la inflación sin alimentos en ambos casos (a 3,44% y 3,17% anual).
Esta tendencia estará favorecida por la fortaleza esperada del peso, gracias al incremento de los precios el petróleo, el carbón, los metales y otras materias primas, junto con la persistencia de los flujos de capital hacia el país, siempre que los mayores bancos centrales del mundo no estrechen de manera abrupta sus posturas monetarias. Una eventual apreciación de la moneda contribuiría a mantener la inflación de bienes y servicios transables en una trayectoria descendente.
Al mismo tiempo, el desvanecimiento del efecto alcista del aumento del IVA sobre los precios el año pasado y la persistencia de una amplia brecha del producto este año, a pesar de la mejora reciente en las perspectivas de expansión de la demanda y de la actividad económica, favorecerán en el mediano plazo la tendencia decreciente de la inflación.
Por estas razones los analistas encuestados por el BR pronostican, en promedio, que la inflación cerrará en 3,5% en 2018 y 3,3% en 2019. Para enero de este año proyectan, en promedio, una inflación de 0,67% mensual, que dejaría la anual en 3,47%.
Sin embargo, por tercer año consecutivo un incremento del salario mínimo (5,9%), que desborda el aumento de la productividad, introduce un riesgo al alza para la senda de convergencia de la inflación y de las expectativas a la meta para la presente vigencia.
Decisiones de política monetaria
En la reunión de enero de este año, la Junta Directiva del BR (JDBR) asombró a gran parte de los analistas al recortar en 25 puntos básicos (pb) su tasa de interés mínima de expansión, para dejarla en 4,5% anual. En el comunicado la JDBR consideró que en esa magnitud la tasa es ligeramente expansiva. La decisión se tomó con una apretada mayoría de cuatro votos a favor y tres en contra, lo cual refleja la divergencia de percepción sobre las perspectivas de la inflación y de la actividad económica entre los codirectores, como argumenta Davivienda.
La JDBR anunció además que ese fue el último recorte del ciclo de reducción. Con esa manera de proceder, los analistas quedaron sorprendidos con el recorte y asombrados con el final del ciclo, pues esperaban que la tasa de interés de referencia de la política monetaria terminara el año en una tasa mediana de 4,25% en la encuesta de expectativas del BR de enero.
Quizá el motivo de la JDBR para actuar de ese modo sea, como argumenta Credicorp, que las proyecciones de inflación del equipo técnico del BR se incrementaron, que sus expertos entrevén riesgos de que la convergencia hacia la meta sea más lenta y que las perspectivas de la actividad económica doméstica este año son mejores que las del año pasado, por el repunte esperado de la demanda tanto interna como externa.
Sin embargo, el BR mantuvo en 2,7% su pronóstico de crecimiento para este año, a pesar de la visión más optimista del gerente General, Juan José Echavarría, quien resaltó que las perspectivas de crecimiento son mejores.
Aunque el comunicado de la JDBR insistió en la debilidad de la actividad económica y la incertidumbre sobre la velocidad de su recuperación, resaltó también que podría resultar favorecida por los mayores precios del petróleo, que en caso de mantenerse elevados en el mediano plazo podrían aumentar el ingreso nacional y estimular la inversión en el sector.
El Emisor redujo además su pronóstico de déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos para 2017, de 3,7% a 3,5% del PIB, y para 2018 a 3,3% del PIB, gracias al alza de los precios del petróleo.
El Gerente también afirmó que el fortalecimiento de la moneda y el estrechamiento del déficit corriente facilitaron la decisión de recortar la tasa de intervención.
La perplejidad manifestada por los analistas sobre el momento de la última reducción de la tasa de interés de la política monetaria y el anuncio del final del ciclo de recortes, plantea la duda sobre si la JDBR no se está comunicando de una manera clara, si sus decisiones son demasiado dato dependientes y por tanto difíciles de predecir, o si el mercado no la está interpretando bien.
Un hecho que merece destacarse es que, a pesar del incumplimiento de la meta de inflación por tercer año consecutrivo, la JDBR mantiene una alta credibilidad en la política monetaria.
Esta confianza resulta evidente en el anclaje que ha logrado preservar de las expectativas de inflación, tanto de los analistas, como del mercado, las agencias calificadoras y los organismos multilaterales.
Esto constituye evidencia en favor de la eficacia de la independencia del BR, del esquema de inflación objetivo y del régimen de tasa de cambio flexible.
Con base en este arreglo institucuional para la política monetaria, el BR logró, en colaboración con el Ministerio de Hacienda, sortear una coyuntura muy difícil para la economía colombiana.
Durante ella, por medio de un incremento pronunciado de su tasa de interés, mantuvo alineadas las expectativas, hasta que se desvanecieron los choques que sacaron de curso la inflación. Además, contribuyó a acomodar la demanda interna a la ralentización del ingreso nacional, para moderar los desbalances macroeconómicos causados por el deterioro de los términos de intercambio.
Por último, mantuvo el espacio para implementar un recorte de su tasa de interés al sobrevenir la desaceleración pronunciada de la actividad económica.
De esta manera, ayudó a estabilizar la economía y contribuyó a enrutarla de nuevo hacia su tasa de crecimiento potencial, con estabilidad de precios, como prevén en promedio los analistas que ocurrirá en los dos próximos años.