Hacer el bien para “ganar”

Son muchas las empresas que en Colombia implementan estrategias de inversión social pero otras tantas, sobre todo las pequeñas, aún no han ejecutado acciones de esta índole.

En el año 2016, KPMG Colombia, en conjunto con la Asociación Nacional de Empresarios ANDI y la Fundación ANDI efectuaron el estudio “Descubriendo el valor de la inversión social” en el que analizan las distintas tácticas en esta temática que llevan a cabo las 100 compañías con mayores ingresos en el país. La fuente principal de información fueron los reportes públicos de responsabilidad corporativa, sostenibilidad o informes de gestión anual.

Hallaron que las firmas en nuestro país invierten considerables sumas de dinero en programas sociales que le apuntan a la calidad de vida y al desarrollo y bienestar de las comunidades en que realizan sus actividades económicas. Por otra parte se encuentra que son muy diligentes en medir y reportar sus resultados en este rubro y en hacer explícitos los insumos de estos programas pero no se tiene una idea plenamente clara de los impactos respectivos de los mismos.

También se encontró que la terminología utilizada en los reportes para evidenciar sus actuaciones específicas es aún confusa y no existe unanimidad conceptual o una definición estándar de las mismas. Los conceptos más utilizados (KPMG-ANDI, 2016, p.6) son: inversión social (34%), gestión social (14%), responsabilidad social corporativa (12%), donaciones/contribuciones (8%), desarrollo social (7%), ciudadanía corporativa (2%) y participación/relación con la comunidad (2%).

Respecto a los planes apareció que del total de entidades estudiadas, el 56% de ellas presenta una estrategia clara y detallada, el 12% apenas la menciona y el 17% realiza programas sociales sin estar asociados a un plan de acción específico. Un 15% restante no reportó ningún tipo de información (p.11).

En lo que se refiere a las áreas concretas mayormente financiadas, por número de empresas que más las ejecutan, están: educación, vivienda, infraestructura y energía, bienestar de la comunidad, arte y cultura, medio ambiente, alimentos y agricultura, salud (p.13). Advierten también que las labores las desarrollan esencialmente en aquellas zonas geográficas en que hacen presencia con su negocio pero que además hay una excesiva diversificación de la denominada “estrategia social” sin tener una concentración específica lo que genera un “efecto regadera” que compromete la efectividad y un mayor beneficio para las partes involucradas.

¿Pero qué pueden hacer las pequeñas y medianas empresas y los profesionales independientes en este sentido? ¿Acaso “hacer el bien” y vincularlo al planteamiento estratégico corporativo solo está reservado para las “grandes”?

Estimo que estos empresarios no solo deberían tomar las principales lecciones de la anterior e importante investigación sino igualmente considerar algunas otras referencias que juzgo válidas y efectivas y que menciono a continuación:

En el año 2010, Bennet, Gobhai, O´Reilly & Welch en su libro “Good for Business. The rise of the Conscious Corporation” plantean cuatro elementos claves que como “piedras angulares” serán útiles para los negocios de éxito:
Tener un propósito que vaya más allá del simple beneficio.
Contar con un liderazgo humanizado.
Disponer de una conciencia corporativa y,
Desarrollar relaciones de colaboración con distintos “stakeholders”.

Siguiendo sus indicaciones, se puede contar con una clientela más leal, un personal más dedicado y al mismo tiempo hacer una diferencia social en cualquier escenario económico.

Asumiendo que sin ser obligatoria la separación entre los negocios y la filantropía, Bornstein & Davis (2010), tal vez de los autores más conocedores en innovación social, en su libro “Social Entrepreneurship: What everyone needs to know” nos revelan cómo el emprendimiento social se ha convertido en un movimiento global que genera soluciones de primer orden a los problemas más difíciles del mundo y la forma en que ha ayudado a que modifiquemos la perspectiva en que todos pensamos en el cambio social.

También en el año 2010, Muhammad Yunus, Premio Nobel de Paz en 2006 junto con el banco Grameen por su trabajo tendiente a crear un ambiente de desarrollo social y económico, divulga: “Building Social Business. The New Kind of Capitalism that serves Humanity´s Most Pressing Needs” y brinda una excelente conceptualización de lo que son las empresas sociales y el marco legal y financiero para poder operarlas teniendo en mente el objetivo altruista no solo de atacar la pobreza sino igualmente otra buena cantidad de problemas que aquejan a la sociedad.

Finalmente, y sin agotar este interesante tema, Kotler, Hessekiel & Lee (2012) publican “Good Works!: Marketing and Corporate Initiatives that Build a Better World…and the Bottom Line” en donde exponen distintas iniciativas sociales que permiten “construir un mundo mejor y favorecer la cuenta de resultados”. Sobre este aporte ya me había referido en una de mis anteriores columnas.

Estos ejemplos, que no son exhaustivos, brindan testimonio de la existencia de relaciones fuertes entre las empresas y la sociedad en su conjunto sin obligatoriamente entrar en contradicción el interés de las primeras en mejorar estratégicamente su competitividad con el hecho de manifestar un compromiso sincero con la segunda.

Se tienen muchas oportunidades para beneficiar la comunidad en que actúan las organizaciones y toda actividad de RSE (Responsabilidad Social Empresarial) puede ser una fuente de oportunidades, innovación y ventaja competitiva para cualquier tipo de empresa, grande, pequeña o mediana. Incluso los emprendedores no tienen por qué pensar únicamente en establecer un negocio tradicional cuando comienzan, pueden desarrollar emprendimientos sociales que sean rentables y que favorezcan a distintos grupos de interés.

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