Los pronósticos publicados sobre la economía colombiana para el 2016 están mostrando una gran incertidumbre. Sin embargo puede ser un buen año para la economía dependiendo de la actuación del Gobierno y las empresas en estos temas.
A pesar de todos los pronósticos inciertos y en algunos casos negativos, el 2016 puede ser un buen año para fortalecer los cimientos de nuestra economía: Si el Gobierno logra ejecutar los proyectos de infraestructura, reduce drásticamente la corrupción, y llega a la firma de la paz y el empresariado colombiano incrementa las exportaciones, hace más innovaciones en sus procesos y apoya a sus proveedores en el proceso de sustitución de importaciones.
Los pronósticos publicados sobre la economía colombiana para el 2016 están mostrando una gran incertidumbre, desde la inflación que se estima va a estar por encima del 4,5 siendo el año 2015 el 7,2% generando diferencias con el decreto de incremento salarial del 7,0% , un crecimiento del PIB que escasamente llegaría al 2,8% al parecer inferior al proyectado para el 2015 del 3,1%, una tasa de desempleo bordeando de nuevo los dos dígitos, una TRM que realmente nadie sabe que va a pasar pero que estiman un cierre para el 2016 con niveles entre $2.800 hasta $3.000 por dolar, pese a que el año pasado terminó en $ 3,150 y ahora estamos casi en $ 3,250, con lo cual todos los analistas pintan un panorama económico muy incierto para el 2016.
Si bien estas cifras de carácter general tienen lógica y están fundamentadas en el bajo precio del petróleo, del cual depende gran parte de nuestra economía, en mi opinión las perspectivas económicas no tienen por qué ser negativas como se escucha en conversaciones entre colegas empresarios, inciertas tal vez pero no negativas, por varias razones.
El precio del petróleo es posible que pueda llegar a los US$55 (valor promedio año), porque desde ya estamos viendo que la alianza entre paises del oriente medio para mantener el precio a la baja y evitar que el negocio del petróleo para Estados Unidos sea rentable, puede romperse por las diferencias políticas y las tensiones que nuevamente están atravesando estas naciones, con lo cual podrían desviarse de sus acuerdos iniciales. Al tener una economía que depende del petroleo, si éste sube, se recuperan los ingresos del país y de nuevo se robustecerá el valor del peso.
Sin embargo, si los acuerdos no se rompen, el empresariado colombiano, que históricamente ha demostrado tener gran adaptabilidad ante las situaciones difíciles, tiene la oportunidad de incrementar las exportaciones de productos intermedios como flores, joyas, alimentos procesados, agroindustria, etc.
En el 2015 no se vio reflejado un incremento en las exportaciones porque los empresarios no lograron adecuarse, como lo podrá demostar el cierre de las expectativas sobre la balanza comercial, se prevee US$61.900 millones en importaciones frente a US$56.100 millones en exportaciones, lo cual arrojaría una balanza comercial negativa de US$5.800 millones. En el 2016 se espera que esta cifra cambie al tener unas exportaciones importantes y superiores con lo cual se espera una balanza comercial, aunque aún negativa pero cambiando la tendencia hacia lo positivo, podríamos entrar en una dinámica de negocios muy diferente.
Hay muchos sectores que tienen la posibilidad de resurgir en el 2016 como la industria textil, la del calzado, alimentos, y agroindustria en general que se fueron muriendo ante la imposibilidad de exportar con un dólar tan barato en años anteriores. La industria nacional puede volver a crecer, lo importante es que más que soportarse en el valor del dólar lo debe hacer con eficiencia operativa, es decir con mayor competitividad.
Llegó la hora de reconocer que no hemos mejorando nuestra competitividad debido principalmente a la corrupción, y a las deficiencias importantes en la infraestructura. El Consejo Privado de Competitividad (CPC), ha revelado cifras que demuestran un estancamiento. Hace 25 años Colombia tenía un ingreso per cápita similar a países como Singapur y Corea del Sur que hoy nos han superado en un alto porcentaje, adicionalmente de acuerdo con el Índice Global de Competitividad (IGC) del Foro Económico Mundial (WEF por su sigla en inglés), el cual se ha convertido en el principal referente en materia de competitividad a nivel mundial, Colombia pasó, entre 2010 y 2014, del puesto 68, entre 139 países, al puesto 66 entre 144 países. Esta situación es preocupante en la medida en que en el contexto latinoamericano, el país ocupa el séptimo lugar, lejos de la meta fijada hace ocho años de convertirse en el 2032 en la tercera economía más competitiva de América.
El gran reto es mejorar la competitividad, por parte de los empresarios en sus procesos actuales, en innovación de nuevos productos, y la creación de más empresas, mientras el Gobierno está obligado a mejorar la infraestructura para lograr que los productos nacionales sean realmente competitivos y lo más importante en reducir drásticamente los indices de corrupción del país, nuestro gran lunar a nivel internacional.
Tenemos que dejar de depender del petróleo y buscar exportaciones de productos intermedios, reconocer que el buen momento económico de años anteriores se dio más como resultado de una economía basada en éste que una real de la base en productos intermedios, aún estamos en pantalones cortos y llegó la hora de ponernos los pantalones largos. Colombia está buscando ser eficiente en su actividad productiva, ya hay indicios de que toda la infraestructura del país mejorará debido a las inversiones proyectadas, falta ver su ejecución, pero esto aún no es suficiente, necesitamos renovar la infraestructura férrea, la navegabilidad del río Magdalena, porque no son suficientes las obras en las carreteras.
Sumado al tema de competitividad, si bien el Presidente Santos en cabeza de la ministra de educación Gina Parody ha hecho un gran esfuerzo por mejorar los niveles educativos, aún nos falta mucho en formación directiva, máxime cuando investigaciones demuestran que hay una correlación positiva entre formación directiva y desarrollo de las naciones.
El tema de sustitución de importaciones es otra de las fuentes de crecimiento del país. Las empresas deben mirar cómo contribuyen a desarrollar a sus proveedores internos para lograr una relación estable y duradera que contribuya al desarrollo de la industria nacional.
En los próximos dos meses se espera que se dé la venta de Isagén, si se logra se recibirán dos mil millones de dólares con lo cual la tasa de cambio podría estar entre los 2.900 a 3.100 pesos. Aunque el panorama parezca incierto, está en las manos de los industriales colombianos con el apoyo del Gobierno hacer que económicamente el 2016 sea un buen año, es el momento de hacer fuerte al país con procesos adecuados, con emprendimientos que empiecen a funcionar, con estrategias y con ejecución.
Veo que podemos tener uno de los mejores años para darle soporte a nuestro futuro, pero hay que trabajar mucho y creer que en el país podemos salir adelante. Este es el año de la industria nacional y también el año de la consolidación de la paz, de la creación de las empresas sostenibles que contribuyan a atraer inversionistas.