Empleados, los que más roban a sus empresas


Empleados, los que más roban a sus empresas
90 por ciento de los fraudes financieros se detectan un año después de cometidos.
                         

De cada 10 firmas, 6 han padecido fraudes este año. Pérdidas por US$ 3.600 millones.

El 70 por ciento de los crímenes económicos cometidos contra las empresas que operan en el país, proviene de algunos de sus propios empleados.
Así lo advierte la más reciente ‘Encuesta de Fraude en Colombia 2013’, elaborada por la firma KPMG, al señalar que en la mayoría de los casos, quienes cometen estos delitos aprovechan la escasa vigilancia que existe en las organizaciones sobre sus actividades.
Aunque el número de empresas afectadas por este flagelo disminuyó en los últimos dos años, el perjuicio económico causado se multiplicó por cuatro al pasar de 950 millones de dólares en 2011 a más de 3.600 millones en lo corrido del presente año, alcanzando cerca del 1 por ciento del producto interno bruto (PIB).
Arturo del Castillo, autor del estudio y socio de la firma, dice que ese porcentaje acaba con el mito que tienen las propias compañías, que están convencidas de que los fraudes siempre provienen de personas de afuera, que son poseedoras de una gran capacidad para maquinar cientos de estrategias delictivas.
“Puedo asegurar, sobre la base de unos 150 casos analizados, que en el 98 por ciento de estos el perpetrador ha sido una persona común y corriente que lleva una vida normal en familia. Cuando cualquier individuo percibe que puede salirse con la suya si comete un ilícito, por lo general termina haciéndolo sin temor a nada”, sostiene el experto forense.
Colombia ocupa el deshonroso 2.° lugar en materia de crimen económico con una tasa del 65%. Significa que, de cada 10 compañías 6,5 han sufrido al menos un fraude en el último año.
México lidera este escalafón, con cerca de ocho empresas defraudadas, y Brasil, el tercer lugar con 6,3.
Entre los delitos más frecuentes que tienen ‘contra las cuerdas’ a las empresas colombianas figuran la malversación de activos, el fraude financiero, la corrupción y el cibercrimen. Este último crece a gran velocidad y se estima que podría ser el de mayor incidencia en los próximos dos años (2015).
Algunos de estos tienen mayor impacto económico y social que otros.
Por ejemplo, el estudio revela que el fraude financiero, si bien ocurre con menor frecuencia, es el que más daño les provoca a las empresas y a la sociedad. Por lo general, involucra a personal directivo de las compañías, pues en ocasiones este piensa que puede actuar al margen de los propios controles internos de las firmas.
Por este delito se han perdido 1.800 millones de dólares este año, mientras que por la corrupción, el segundo crimen económico con efectos más dañinos, el monto alcanza los 800 millones.
Las causas del ‘tumbe’
Pero, ¿qué es lo que lleva a un empleado a atacar a la organización que le brinda una oportunidad laboral?
Arturo del Castillo señala que hay varias causas a nivel psicológico que pueden explicar esas conductas deshonestas, pero en su opinión, como experto forense, el tema de la avaricia está muy presente, sobre todo en el fraude financiero.
En ese accionar de las personas pueden mediar, incluso, factores originados en el maltrato laboral, la falta de oportunidades, la baja remuneración, la poca valoración del empleado y el bajo reconocimiento que se le hace por el cumplimiento de sus metas y desempeño, ninguna de estas justificable.
“Independiente de esas causas, lo que sí hemos detectado es que los ilícitos siempre comienzan de la misma manera, disfrazados de errores que en apariencia son accidentales, aislados; pero, por lo general, son efectuados por los individuos con el fin de mirar la reacción que estos generan”, explica del Castillo.
Lo que hace el individuo es ‘tantear el terreno’ esperando a que se active alguna alerta en la organización. Si esto no ocurre, es cuando se siente en libertad de actuar.
Lo grave de este fenómeno es que son pocas las compañías que cuentan con sistemas de alerta para estas situaciones. Solo tres de cada 10 empresas las tienen porque reducen el riesgo en un 70 por ciento.
A esto se suma el hecho de que algunos de estos delitos no son de fácil y pronta detección. Por ejemplo, el 38 por ciento de los casos de malversación de activos se detectó solo cinco meses después de producirse; el 90 por ciento del fraude financiero, un año más tarde de cometido el ilícito; el 55 por ciento de los casos de corrupción, también; y el 21 por ciento de los ciberdelitos, entre 10 días y un mes más tarde.
Cinco pasos que ayudan a detectar un fraude
Los síntomas pueden ser muchos, pero hay conductas que delatan al perpetrador
1. Desconfíe del empleado que cambia su estilo de vida de forma repentina; en especial, si este trabaja en áreas sensibles de la compañía, como contabilidad o tesorería.
2. Ponga atención al trabajador que nunca toma vacaciones o deja de hacerlo por periodos largos, pues son personas que podrían estar ocultando algo dentro de su actividad.
3. En algunas áreas (compras, suministros) no es un buen síntoma que se acuda a un solo proveedor para atender las necesidades de la empresa. Si se presenta, indague el porqué de esa conducta.
4. Realice un estudio detallado del personal que contrata. Contraste sus hojas de vida con las compañías que le han aportado a su seguridad social, puede encontrarse con sorpresas.
5. Preste atención a las denuncias sobre posibles fraudes que hacen algunos colaboradores anónimos dentro de la organización. Por lo general, resultan ser ciertas.
Tesorería y ventas, sensibles
No todas las áreas en una organización tienen igual nivel de vulnerabilidad. Aquellas que manejan recursos, como tesorería y ventas, siempre serán el objetivo de los defraudadores.
El estudio de KPMG indica que el 43 por ciento de los ilícitos suceden en áreas asociadas con las compras y contratación.
Pero no es allí donde se genera el daño más grave cuando se presenta un delito dentro de una compañía, pese a que es ahí donde estos ocurren con más frecuencia.
Para Arturo del Castillo, cuando el crimen ocurre en el área de contabilidad, tesorería, administración o de la alta dirección, es cuando el efecto económico tiene mayor resonancia, con un 63 por ciento de efecto negativo.
Rastro del fraude financiero
Las grandes debacles del mundo corporativo, como el sonado caso Enron, Lehman Brothers, se relacionan con el fraude financiero y prácticas contables poco saludables. El estudio de KPMG revela algunas pautas que siguen quienes acuden a este delito con el propósito de enriquecer sus bolsillos:
Registro de ingresos ficticios para sobredimensionar el comportamiento real de la compañía.
Anotar como venta un desplazamiento de mercancía de un almacén a otro y no registrar devoluciones de inventario.
Reconocer como ingresos presentes perspectivas de ingresos futuros, para reflejar una liquidez a corto plazo.
Registrar como un gasto futuro un pasivo presente, de tal forma que las cuentas de resultados muestren mayores rendimientos y también menores pasivos.
Registrar como arrendamiento puro cierta maquinaria en lugar de arrendamiento financiero, para reducir así la deuda en estados financieros y reflejar una mejor posición financiera.
Registrar la depreciación de un activo en un plazo mayor a la de su vida útil estimada, para que el valor de los activos en libros no corresponda a la realidad.

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