Recientemente acabamos de ver la entrada en vigor del nuevo impuesto al consumo en el sector de restaurantes, el cual grava el valor de la orden un 8% y deja sin efecto el IVA, que recargaba el 16% el valor de los productos.
Hasta que todo el mundo haya medido bien el impacto de la reforma en sus números, dudo que los consumidores noten nada, y me temo que después la situación no promete tampoco grandes variaciones, sobre todo si tenemos en cuenta que cadenas de referencia en el país han seguido con el IVA anterior y no se han adherido al nuevo impuesto por pertenecer a grupos más grandes y poder cobijar su operación bajo el paraguas de la franquicia, concesión, etc. lo que obliga a continuar con el IVA.
Para el consumidor de a pie toca disfrutar de nuevos conceptos, ideas, creaciones, unas nacionales, otras que vienen de fuera, pero me temo que para el bolsillo el disfrute no será tan excelente. Si tan sólo pensáramos bien las cosas, que bien nos iría.
Las oportunidades que se perdieron con la reforma
Adicionalmente y en consecuencia, creo que también se ha perdido una buena oportunidad para tirar del sector informal de restaurantes hacia la luz de la buena senda, que es poder competir cara a cara mostrando su oferta artesanal y casera, que puede y debe ser tan digna como las demás. Es una de las tantas oportunidades de hacer bien las cosas que se tenían con esta reforma.