Jorge Castaño Gutiérrez, superintendente financiero afirma que el sistema financiero debe ser un aliado para promover el desarrollo, y para mejorar la calidad de vida de los colombianos. Dice que el gremio debe enfocarse en optimizar la oferta de productos, con el fin de incentivar su uso.
Desde el punto de vista del superintendente financiero, Jorge Castaño, la inclusión financiera continúa siendo un desafío global. Para 2018 se estimaba que 2.000 millones de personas en todo el mundo carecían de acceso a servicios financieros formales a un costo razonable para adquirir una casa, ahorrar para la jubilación, invertir en un negocio o incluso manejar los riesgos, así como para prepararse y responder ante eventos inesperados o choques externos.
“Puede que estas cifras resulten desproporcionadas a nuestra realidad y, si es así, demos una mirada a nuestro alrededor; estoy seguro que muchas personas no tienen acceso a servicios financieros formales, lo que a su vez equivale a muchas oportunidades para impactar positivamente la calidad de vida y seguramente redireccionar el futuro de estas”, recalca Castaño.
Para cumplir con lo anterior, el superintendente dice que desde la entidad se han definido estrategias para promover la inclusión, alcanzado importantes logros. De igual forma, deja en el ambiente unas cuantas preguntas: ¿Cómo se entiende que con un sistema financiero saludable, sólido y resiliente como el que tenemos, se mantengan las brechas de acceso y aun muchos colombianos no puedan gozar de sus beneficios?, ¿cuál es la condición habilitante para que esta realidad cambie?, ¿queremos ser protagonistas de este cambio?
Castaño asegura que es un hecho que la industria ha alcanzado notables hitos en la consecución de objetivos de inclusión financiera. “No solo se logró disponibilidad de por lo menos un punto de acceso en todos los municipios colombianos; también se alcanzó un importante aumento en la proporción de la población con acceso a por lo menos un producto financiero, el cual pasó de alrededor del 50 % en 2005 a 81,4 % en 2018”, explica.
Pero los retos, según Castaño, todavía persisten. Para él, se debe migrar de los esfuerzos individuales a los colectivos como sociedad y como industria; ciertamente podemos. “En Colombia existen alrededor de 6,7 millones de adultos que no cuentan con un servicio financiero formal, cifra que empeora notablemente si tomamos la información desde la demanda. Para incluirlos debemos intensificar los esfuerzos en diferentes vías”, asegura.
La primera de ellas es lograr resultados más contundentes en materia de inclusión rural. Se deben definir estrategias concretas para llegar a este sector, que hoy representa el 61 % de la población colombiana, y es el llamado a reactivar la dinámica económica en el sector agropecuario. Infortunadamente, aún son pocas las entidades que enfocan sus esfuerzos para atender este segmento; prueba de ello es el indicador de inclusión financiera, que en las zonas rurales y rurales dispersas es de 65,1 % y 54,7 %, respectivamente, mientras que en las zonas urbanas asciende a 87,2 %.
“Adicionalmente, debemos enfocarnos en mejorar la calidad de la oferta de productos para incentivar su uso. Hemos insistido en que la inclusión financiera no se reduce a la apertura de productos, sino que constituye un balance entre acceso y uso, lo que hemos denominado inclusión sostenible. Los servicios financieros son realmente valiosos para sus usuarios cuando facilitan su vida y generan valor permanentemente”, afirma Castaño.
Finalmente, se deben encaminar importantes esfuerzos en reivindicar la intermediación financiera desde la perspectiva conductual de la confianza y empatía. “Es claro que los consumidores creen que los bancos son seguros y están en la capacidad de guardar su dinero; sin embargo, ¿consideran que los bancos están pensando en su bienestar y son sus aliados para el logro de sus metas personales y profesionales?, probablemente la respuesta es diferente”, reflexiona el superintendente.
Y es que, como explica Castaño, según una encuesta realizada por EY, los consumidores financieros a nivel global reportan un alto nivel de confianza en los bancos tradicionales para hacer lo que denominaron lo “básico”, pero tienen niveles bajos de confianza en los bancos tradicionales para cumplir con los compromisos “estratégicos”, como lo son brindar asesoramiento imparcial y poner los intereses o el bienestar del cliente primero. En Colombia, la segunda toma de la Encuesta de demanda de inclusión financiera evidenció que las personas consideran los servicios informales como más rentables, fáciles de guardar y menos costosos, lo que les genera más empatía.
“Es evidente que la inclusión financiera seguirá demandando esfuerzos continuos, claros, con metas concretas y creíbles que, apalancados en el uso intensivo y responsable de las nuevas tecnologías para crear productos, diseñar canales, e incluso transformar el modelo de negocio, permitirán complementar la confianza con la empatía, lo que significa servir a clientes y comunidades de nuevas y mejores formas, reconociendo sus necesidades como nuestras”, concluye Castaño.
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