Los productos de la revolución industrial, desde la luz eléctrica, hasta los motores, pasando por el teléfono y la leche condensada, todavía les están ganando la mano a las aplicaciones de la era digital, en progreso económico y eficiencia productiva.
En muchos países, algunas de las actividades del negocio agropecuario no son rentables para invertir grandes recursos en la era digital.
A pesar de la abundante publicidad sobre el boom de las nuevas tecnologías y su aparente impacto en los negocios, la productividad y el crecimiento económico no ha llegado ni siquiera a las naciones más industrializadas.
Así se plantea desde diferentes ángulos de la academia y los centros de investigación, preocupados por esta situación.
Aunque todo es y parece más acelerado, por la influencia del internet, las aplicaciones digitales, las redes sociales, etc, en lo único que no se ve progreso es en la productividad laboral y en lo que ello significa para la economía y el bienestar personal, sostiene al respecto el profesor de economía de la Universidad de Chicago, Chad Syverson.
La llamada revolución digital, está todavía lejos de producir el impacto sobre los ingresos y el crecimiento económico, como ocurrió con la aparición de los motores eléctricos y de combustión, hace más de un siglo, o con el auge industrial que siguió a la segunda guerra mundial, sostiene.
Solo uno, entre 30 países de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (Ocde), se salva de tener bajas tasas de productividad, señala Syverson. Y recordó al premio nobel, profesor de MIT, Robert Solow, quien en medio del furor de la informática sostuvo que “veo computadoras por todas partes, excepto en las estadísticas sobre productividad”.
Explicó que, a lo largo de este siglo, el crecimiento de la productividad, medida como el valor de la producción promedio por trabajador, ha registrado una tasa anual promedio del 1,2 por ciento, que equivale a menos de la mitad de la última década del siglo pasado.
Por cuenta de la baja productividad, el PIB de los Estados Unidos en el 2017, fue menor en tres trillones de dólares, lo que equivale a decir que cada trabajador ganó US$9.200 menos, en relación con la productividad de hace 20 años. Y se si continúa al paso de hoy, el PIB dentro de 10 años, será apenas dos tercios del actual.
El profesor de la U. Chicago, advierte que algunos especialistas sostienen que el impacto de las tecnologías de la información (IT) está subvalorado o mal medido, por lo que recurrió a aplicar nuevas metodologías para revaluar el peso de las mismas sobre el PIB, concluyendo al final que no existe una relación sistemática entre la importancia de los productos IT en la economía y la desaceleración continua en los niveles de productividad.
El mismo mal, agregó, igualmente está afectando a economías emergentes como China, Brasil y Rusia.
Syverson, sostiene que hay una esperanza de que las cosas cambien y cree lo que puede estar ocurriendo, como en otras etapas históricas, es que los frutos de las revoluciones tecnológicas se obtienen solamente en el largo plazo. Puede ser entonces que este por venir una etapa de aceleración de la productividad, y que luego de su auge, volvamos al letargo como está sucediendo en esta época. Al parecer las naciones y su gente requieren de buen tiempo para asimilar las tecnologías y saber cómo funcionan y para que sirven.
INVERSION EN BIENES
Por su parte, el director de investigaciones del Instituto de Política Económica (EPI), Josh Bivens, sostiene que, para salir del atolladero, producido por la desaceleración de la productividad, es necesario que se dé una nueva inyección en las inversiones de bienes de capital en el sector empresarial estadounidense.
Señala que el sector productivo postergó por largo tiempo la mejora del aparato industrial, pues podía disponer de un mercado laboral robusto, con mano de obra abundante y altas tasas de desempleo. Luego llegó la recesión que agravó la situación, hasta el punto de que en los últimos 3 años la tasa de productividad estuvo por debajo del 1 por ciento. Se trata de una desaceleración extremadamente aguda, anotó Bivens.
Por lo anterior, indicó, es tan peligroso que se crea que en la actualidad, Estados Unidos esté llegando al pleno empleo y que hay una mejoría sustancial en la demanda, lo que podría inducir a las autoridades a elevar las tasas de interés ante posibles temores inflacionarios.
El tema de la recuperación en los niveles de productividad, es un ejercicio que se debe hacer a largo plazo, sostuvo Bivens. Ni siquiera una proyección a cuatro o cinco años, es un margen consistente para observar dicho factor clave del crecimiento económico.
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