Hace poco leí unas cuantas historias interesantes que les quiero compartir.
Cuando era joven, a Walt Disney lo despidió el editor de un periódico por
falta de ideas y curiosamente se quebró varias veces antes de finalmente
construir Disneylandia.
Abraham Lincoln, uno de los presidentes más emblemáticos de la historia de
Estados Unidos, nació en la pobreza, perdió ocho elecciones y se quebró dos
veces en los negocios.
Winston Churchill era pésimo estudiante en el colegio y solo después de toda
una vida de fracasos logró ser uno de los Primer Ministros más importantes de
Inglaterra, cuando ya estaba en la tercera edad.
Resalto las historias de estos tres hombres porque los admiro mucho, pero la
lista de personajes quienes han logrado cambiar la historia a pesar de haber
fracasado innumerables veces es larguísima.
Cuando una persona triunfa nos concentramos en sus logros y por lo general
ignoramos todo lo que tuvo que luchar o sacrificar antes de lograr el éxito o el
reconocimiento público. Por eso me encanta cuando mujeres como Sofía Vergara,
ahora en la cima de su carrera, nos recuerdan una y otra vez que este no fue un
logro de un día para otro. Ella dice con orgullo que lleva 20 años trabajando
muy duro para llegar donde está ahora.
Sin duda es más fácil especular que los que logran el éxito de algún tipo
tuvieron palancas o simplemente contaron con suerte. Pero como dice la icónica
Oprah Winfrey, “suerte es cuando la preparación se encuentra con la
oportunidad”.
Muchas veces criticamos a los que tienen o saben más, pero pocas veces nos
preguntamos qué tenemos que hacer nosotros para lograr nuestra propia definición
de éxito. Nos quejamos por no tener las oportunidades, pero no tenemos la
tenacidad de crearlas. Nos entristecemos y nos dejamos vencer por las críticas
negativas, pero no nos ponemos en la tarea de volverlas constructivas.
Fielmente creo que quienes no se han tropezado o no han caído en la vida es
porque no han tratado de brincar lo suficientemente alto. Ojalá que cuando
admiremos a las personas, nos inspiremos no solo en el victorioso resultado
final sino en el camino recorrido, ahí es donde están las lecciones valiosas, la
verdadera definición del éxito.