El país logró reducir la pobreza en los últimos años, pero aún 8 millones de personas sufren esta condición. ¿Qué hay que hacer para erradicarla?
2,5 millones de hogares reciben los subsidios del programa Más Familias en Acción. Además, hay 520.000 jóvenes en el programa Jóvenes en Acción. Foto: Fotografía: GUILLERMO TORRES
La tendencia de reducción de la pobreza en Colombia muestra que el país ha tenido, sin lugar a dudas, un avance en esta materia. Según las más recientes cifras reveladas por el Dane al respecto, en las tres medidas de pobreza los indicadores son más positivos que hace 8 años.
En pobreza monetaria –que mide cuántas familias no reciben lo suficiente ni siquiera para comprar la canasta básica– el país tenía en 2010 una tasa de 37,2% y, en la última medición, correspondiente a 2017, cayó a 26,9%.
En pobreza extrema –lo que se considera vivir con un ingreso miserable, inferior a $465.000 por familia de cuatro miembros–, el indicador pasó de 12,3% en 2010 a 7,4% en el mismo periodo.
Finalmente, la pobreza multidimensional (aquella con la que se mide la pobreza en función no solo del ingreso sino también del acceso a educación, salud y empleo, entre otros factores) mostraba un indicador de 30,4% en 2010 y cerró en 17% en 2017.
Nadie puede poner en tela de juicio los avances del país. No obstante, es claro que Colombia apenas va por la mitad de camino en el objetivo de eliminar la miseria y la pobreza de sus ciudades y pueblos.
Así lo entiende el director del Departamento Administrativo de la Prosperidad Social (DPS), Nemesio Roys. El funcionario, en entrevista con Dinero, explicó que está preocupado porque en la campaña presidencial actual ninguno de los candidatos ha planteado con claridad cuál es su estrategia para mantener esta tendencia en la lucha contra este flagelo. El tema es clave, pues se trata de sacar de esta condición a 8 millones de personas; esto es, casi toda la población de Bogotá. A pesar de que la estrategia –todo parece indicar– va en la dirección correcta, el desafío sigue siendo enorme.
Según Roys, los programas del DPS muestran por dónde debe ir la política para los próximos años, pues es necesario combatir la pobreza con planes integrales.
En consideración del funcionario, los subsidios monetarios condicionados de los programas como Más Familias en Acción y Jóvenes en Acción son claves y ayudan mucho en la tarea de mejorar las condiciones de ingreso de las personas en condición de vulnerabilidad. Además, mejoran la calidad de vida de las nuevas generaciones, pues las ayudas están condicionadas a que los niños de las familias acudan al colegio y mantengan controles de salud y nutrición periódicamente.
Sin embargo, explicó Roys, son necesarias otras medidas. Por eso, el DPS cuenta con programas de inclusión productiva y seguridad alimentaria que garanticen un estado de cosas que les impida a estos ciudadanos caer de nuevo en tal condición.
Dos ejemplos de esos esfuerzos son el programa Mi Negocio, que busca impulsar los emprendimientos de familias de escasos recursos. Convocan a personas interesadas en recibir ayuda y acompañamiento; luego de un proceso de capacitación en temas de administración y atención al cliente, se les entregan recursos como maquinaria con el fin de empezar con sus emprendimientos. Finalmente, se les hace un acompañamiento para medir la sostenibilidad de la iniciativa.
“Tenemos varios ejemplos de éxito, por ejemplo en Cúcuta y Bucaramanga, donde una empleada de un sitio de venta de ropa, gracias a ‘Mi Negocio’ monta un comercio de ropa y ahora tiene tres locales y genera tres empleos”, explicó Roys.
Foto: Nemesio Roys Director del DPS. / El DPS no solo ofrece programas de subsidio monetario, también los hay de emprendimiento y seguridad alimentaria.
El programa puede escalar a nivel comunitario, cuando se dan buenos resultados en grupos específicos. Es el caso de un grupo de productores de cacao en Boyacá, que ganó recientemente un premio a la mejor calidad de chocolate en Francia.
A través de Mi Negocio ya van atendidas 32.000 familias, con una inversión cercana a los $44.000 millones.
Otra estrategia es la que busca brindar seguridad alimentaria a las comunidades. “Ese es uno de los componentes más críticos de la pobreza, cuando no hay ni siquiera para comer”, comentó el directivo.
Se trata de implementar huertas caseras o huertas comunitarias, con el objetivo inicial de suplir el autoconsumo y, posteriormente, de generar excedentes de producción para la venta.
“En eso tenemos ya más de 382.000 hogares con seguridad alimentaria, todos ellos rurales”, señaló el director del DPS.
La estrategia de lucha contra la pobreza incluye igualmente un componente de infraestructura. El objetivo es mejorar las condiciones físicas de vida para las familias vulnerables. Allí están incluidas vías, mejoramientos de vivienda, parques y, en general, infraestructura social. En este frente, el Gobierno actual ha invertido $4,25 billones en 3.700 obras de este tipo.
Todas estas iniciativas buscan torcerles el brazo a las trampas de la pobreza, esas situaciones en las que una persona y su descendencia quedan condenadas a padecer de miseria.
Es claro que la inclusión productiva es una pieza clave en lograr ese objetivo.
Actualmente el DPS entrega al año $2 billones, a través del programa Más Familias en Acción, con lo que se cubre un subsidio bimensual para 2,5 millones de familias en todo el país. Jóvenes en Acción llega a 431.000 personas garantizando manutención durante los estudios técnicos y universitarios, tanto en el Sena como en universidades públicas. A este programa está destinado $1 billón.
Si bien el país ha logrado innegables avances en mejorar las condiciones de vida de las personas vulnerables, el desafío sigue siendo enorme.
La estrategia de lucha contra la pobreza no ha jugado un papel clave en el debate presidencial actual. Con el desafío de sacar a otras 8 millones de personas y en un escenario de gobiernos de 4 años, es claro que al país le quedan por lo menos 15 años de esfuerzo para llevar la pobreza a sus justas proporciones; es decir, a cero.
Esa mezcla de programas que buscan no solo garantizar mejores ingresos a las personas, sino habilitarlos para una vida productiva, rentable y sostenible exige de enormes y crecientes recursos durante las próximas vigencias. Ya es hora de que los candidatos muestren sus cartas al respecto. En este frente el debate no puede ser pobre.
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