Entre los principales motivos de zozobra detectados a nivel global están varios ligados con el cambio climático, ciberataques y el fraude de datos, según informe de Marsh.
Las bajas temperaturas acosaron el año pasado a varias partes del mundo, ocasionando tragedias.
Por segundo año consecutivo, la posibilidad de que ocurran eventos catastróficos ligados con las temperaturas extremas se constituye en el riesgo más importante que se avizora por parte de los empresarios y los líderes económicos del mundo. Así se desprende del Informe Global de Riesgos, que realiza la consultora internacional Marsh a partir de una encuesta entre los asistentes al Foro Económico Mundial (FEM) que se reúne anualmente en Davos (Suiza).
El año pasado este ítem también estuvo en la primera casilla y ahora el reporte del 2018 advierte además que se trata no solo de un temor de corto plazo.
Adicionalmente, los cinco riesgos de la categoría ambiental se han posicionado por encima del promedio en términos de probabilidad e impacto para un horizonte de la próxima década. Esto, después de un 2017 que se caracterizó por huracanes de alto impacto, temperaturas extremas y el primer aumento en emisiones de CO2 en cuatro años.
Juan Carlos Llano, líder de nacional de Riesgos de DeLima Marsh en Colombia, recuerda por ejemplo, las temperaturas de casi 48 grados Celsius que se sintieron en Australia, en contraste con los temporales y las nevadas en Nueva York.
“Hemos estado exigiendo al máximo nuestro planeta y los daños se están haciendo cada vez más claros y evidentes.
Se está perdiendo biodiversidad a tasas de extinción masiva, los sistemas agrícolas están bajo tensión, y la contaminación del aire y el mar se han convertido en un peligro cada vez más angustiante para la salud humana”, destaca el informe.
El segundo y quinto lugares en el top 5 –la posible ocurrencia de desastres naturales y el fracaso en la adaptación al cambio climático– están íntimamente relacionados con el primero. Lo que sí es claro, y que igualmente destaca Marsh es que “la tendencia hacia el unilateralismo de naciones y estados podría hacer más difícil que se sostengan las respuestas multilaterales a largo plazo que se requieren para contrarrestar el calentamiento global y los efectos negativos sobre el medio ambiente global”.
En este sentido son bien conocidas las posiciones del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, frente a negar las consecuencias del cambio climático y en desvincular a su nación de los compromisos de la COP21, que tuvo lugar en París en el año 2015.
CIBERATAQUES, AL DÍA
También están creciendo los riesgos de ciberataques y de fraude en datos, que aparecen posicionados por las personas a las que les preguntó Marsh en tercer y cuarto lugar, respectivamente.
Ello obedece a que los embates contra de empresas casi se han duplicado en cinco años y los incidentes que antes se consideraban algo fuera de lo común se están volviendo cada vez más comunes. Además, el impacto financiero de toda violación contra la ciberseguridad va en aumento, y da cuenta de algunos de los costos más elevados en el 2017 en relación a ataques con ransomware, que representaron el 64% de todos los e-mails maliciosos.
Entre los ejemplos más notables se incluye el ataque WannaCry que afectó a 300.000 computadoras en 150 países, y el NotPetya, que causó pérdidas trimestrales de US$300 millones a varias compañías afectadas.
En ese mismo sentido, otra de las tendencias crecientes consiste en el uso de ciberataques que apuntan a dañar la infraestructura esencial y sectores industriales estratégicos, lo cual hace temer que en el peor de los casos posibles los atacantes podrían provocar en el futuro el colapso de sistemas que mantienen a sociedades enteras en funcionamiento.
“Lo que va a pasar es que esto se va a volver un tema de todos los días y las compañías deberán tener más conciencia de cómo atender esas situaciones”, señala Llano.
La amenaza nuclear
Y si bien los factores ambientales ganan en cuanto a la probabilidad de se vuelvan una realidad, al indagar sobre los posibles efectos, la inquietud por las armas de destrucción masiva toma la delantera. Según los presentes en Davos, se espera que en el 2018 suban de tono las confrontaciones –políticas o económicas– entre las grandes potencias: el 93 por ciento contestó que habrá un incremento, bien moderado (53%) o grande (40%) de ese factor. Obviamente, allí se percibe el eco de las tensiones vividas en el 2017 entre Estados Unidos con Corea del Norte, Rusia y China, entre otros.
“Los indicadores económicos en primera plana sugieren que el mundo finalmente está volviendo a encauzarse después de la crisis global que hizo erupción hace 10 años, pero esta imagen alentadora enmascara preocupaciones subyacentes que siguen allí. La economía global se enfrenta a una mezcla de vulnerabilidades de larga data y a nuevos riesgos que han surgido o evolucionado en los años transcurridos desde el inicio de la crisis”, agrega el reporte de Marsh.
“Los riesgos conocidos incluyen potencialmente los precios insostenibles de activos y el mundo está en su octavo año de crecimiento en este aspecto; el crecimiento de la deuda, particularmente en China, y las tensiones continuas en el sistema financiero global. Entre los desafíos más nuevos se cuenta el limitado poder de fuego de las políticas, en caso de que se produjera una nueva crisis; las disrupciones causadas por la intensificación de los patrones de automatización y digitalización; y la acumulación de presiones mercantilistas y proteccionistas contra un telón de fondo de políticas nacionalistas y populistas que siguen surgiendo”, añade.
Hay que tener en cuenta que normalmente las tendencias del Informe Global de Riesgos muestran una clara influencia de la coyuntura que se haya vivido en el periodo previo al que se aplica la encuesta. Por ejemplo, en el 2009 y el 2010, tras la gran crisis financiera global, al interrogar a los personajes influyentes presentes en el FEM, la mayoría puso al “desplome en los precios de los activos” en primer lugar entre los factores a cuidar en el tiempo posterior. En el 2011 fueron las tormentas y ciclones; en el 2012 y 2013, la desigualdad salarial; en el 2014, la disparidad en el ingreso; en el 2015 los conflictos interestatales, y en el 2016, posterior al pico de la ‘avalancha’ de personas de África hacia Europa, en la primera línea de las preocupaciones estuvieron las “migraciones involuntarias”.
Igualmente, si bien la percepción se va homogeneizando, existen matices de acuerdo con el nivel de madurez de las economías y con las regiones: En tanto que los ejecutivos empresariales de las potencias le temen más a un gran ciberataque, a una crisis fiscal o a una burbuja de activos, los procedentes de mercados emergentes manifiestan mayor zozobra por los altos niveles de desempleo y el posible fracaso de los gobiernos.
RESPONSABILIDAD COMPARTIDA
“La evaluación de los riesgos para mitigarlos en todas estas situaciones de potencial conflicto requerirá de un atento estudio del horizonte y de la capacidad de anticiparse a la crisis, y la responsabilidad será tanto de los actores gubernamentales como de los no gubernamentales”, advierte Marsh.
Juan Carlos Llano anunció que en unos dos meses saldrán los resultados referidos particularmente a Colombia y América Latina. Pero desde ya, vaticina que las migraciones desde Venezuela posiblemente tengan un lugar especial, constituyéndose en un reto de primer orden para el próximo gobierno. “Habrá que dimensionar lo que esto va a ser y tomar acciones”, concluye.
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