La economía colombiana alcanzó el punto de quiebre?

La pregunta que muchos se hacen hoy es si la economía ya empezó a repuntar y se está alejando de la zona de estancamiento. ¿Hasta dónde llega realmente la recuperación?

 
Juan José Echavarría, Gerente del Banco de la República y Mauricio Cárdenas, ministro de Hacienda. 

El pasado 15 de noviembre, el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane) anunció que la economía colombiana había alcanzado un crecimiento de 2% durante el tercer trimestre de este año.

La noticia fue celebrada por el gobierno nacional, pues el propio ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas, señaló que se trataba de la primera etapa de una nueva fase de recuperación. Anunció que su pronóstico de crecimiento para el último trimestre de este año es cercano a 2,5% lo que implicará una revisión a la baja de la proyección oficial para todo 2017 desde 2% a 1,8%, al tiempo que ratificó su estimación de 3% para el próximo año.

Según las cuentas del Gobierno, el país está entrando nuevamente en una tendencia de crecimiento que lo llevaría al nivel de su potencial; esto es, alrededor de 3,5%.

De esta noticia solo se puede derivar una conclusión: que Colombia va a completar un ciclo de cuatro años continuos de desaceleración y aún muchos no pueden responder con certeza si ya se tocó fondo. Por eso vale la pena hacer un análisis sobre las cuentas oficiales para determinar si el Gobierno está cantando victoria demasiado temprano o si, por el contrario, definitivamente el país está viendo la luz al final del túnel, luego de un ajuste largo y doloroso, pero necesario, tras el mayor golpe externo y fiscal en la historia de Colombia.

Los resultados

Según Mauricio Hernández, investigador de BBVA Research, las cifras de crecimiento reveladas por el Dane muestran resultados heterogéneos. “Es claro que la agricultura está liderando la recuperación; sin agricultura el crecimiento del trimestre hubiera sido 1,6%”, señaló el experto.

Al mirar la minucia de las cifras, se encuentra igualmente que las edificaciones, aunque caen, ya muestran señales positivas en vivienda. “Había sobreoferta que se ha venido reduciendo y se va a seguir mermando en oficinas y locales comerciales. El segmento está respondiendo bien a las señales de mercado y los inventarios están disminuyendo”, comentó.


Foto: Juan Pablo Espinosa, Director de Investigaciones Económicas de Bancolombia y Mario Hernández, investigador de BBVA Research

Para el economista es claro que esto pone en evidencia el efecto positivo de la política sectorial que apenas se está consolidando y que probablemente va a mostrar mejores resultados en el futuro próximo. Se refiere a los subsidios no solo para las Viviendas de Interés Social (VIS), sino para las viviendas de hasta $320 millones.

Para el BBVA hay un evidente cambio de tendencia sobre el inicio de un proceso firme de recuperación. “Estamos en un punto de inflexión”, señaló Hernández.

“Sin embargo, lo que también estamos diciendo es que esa recuperación va a ser muy lenta y que puede tener algunas volatilidades en el intermedio”, enfatizó.

De esta forma, pone en evidencia que hubo un efecto base estadístico del tercer trimestre, que sin lugar a dudas ayudó a que las cifras fueran mejores. “Para el cuarto trimestre y para los demás trimestres habrá un menor impulso estadístico”, comentó al señalar que el tercer trimestre de 2016 fue el peor de los últimos años por cuenta del paro camionero.

El ministro Cárdenas, al ser consultado sobre el tema, señaló que el efecto estadístico no fue tan significativo. Para él, julio de 2016 fue un mes malo y eso hizo que julio de este año mostrara indicadores de crecimiento mejores. Sin embargo, agosto del año pasado fue muy buen mes, mientras que agosto de 2017 decepcionó y eso hizo que el efecto comparativo se diluyera entre ambos trimestres. Por esta razón, el Gobierno considera que las cifras muestran un real proceso de recuperación, porque, en el agregado, el tercer trimestre de 2017 fue mejor que el del año pasado.

Por sectores es claro que el agro y el turismo están mostrando muy buenas cifras. El agro se destaca por el crecimiento registrado en la producción de café, que superó 20%. En servicios financieros sobresale lo que ocurrió con la intermediación financiera, pues es el segmento que más creció; esto se refiere al núcleo del negocio bancario: prestar dinero, lo que muestra que la actividad de crédito sigue resultando rentable.

En servicios sociales se destaca la administración pública que también mostró una dinámica importante. Las razones son diversas. Primero, el comportamiento de la inversión pública evidencia el efecto positivo de la reforma tributaria, pues fue posible realizar una adición presupuestal para aumentar la inversión en todos los niveles del Estado. A esto se suma la mayor ejecución en las regiones y la aceleración del gasto por cuenta de la llegada de la ley de garantías, que imponía un límite a la inversión de una buena parte de los recursos públicos asignados por la vía de la contratación directa.

Por otra parte, sigue siendo preocupante lo que está pasando con la manufactura colombiana, que en medio de un proceso importante de devaluación no ha mostrado resultados. En el tercer trimestre cayó 0,6% y en el año corrido el negativo ya llega a 1,2%.

El aumento en el precio del dólar no solo genera un incentivo para las exportaciones, sino que crea un piso para los precios importados, lo que favorece la producción nacional. Aun así, muchos segmentos industriales no han mostrado repuntes y, por el contrario, han seguido cayendo, como en el caso de textiles y confecciones.


Riesgos y oportunidades

Este panorama fue lo que llevó a muchos centros de análisis a coincidir con el Gobierno en que lo que está viviendo el país es un proceso de recuperación. Así lo vieron los grupos de investigaciones del Banco de Bogotá y de Bancolombia, que señalaron claramente que este es un proceso de recuperación evidentemente lento, pero de mejoría.

“Lo que caracteriza a la economía es un proceso de recuperación y precisamente este dato de 2% lo que hace es confirmar esta perspectiva de una reactivación a paso lento y del inicio de la convergencia del crecimiento de la economía hacia su nuevo nivel de largo plazo entre 3% a 3,5%”, explicó Camila Díaz, del departamento de Investigaciones del Banco de Bogotá, durante una videoconferencia donde se explicaron las cifras reveladas por el Dane.

El departamento de investigaciones económicas de Bancolombia, que dirige Juan Pablo Espinosa, se sumó a estas voces y en su informe sobre los resultados del PIB explicó que “6 de las 9 actividades productivas registraron expansiones en términos anuales. Entre estas destacamos el comportamiento de la agricultura, que creció 7,1% anual gracias al desempeño del cultivo de café. Los sectores financiero y de servicios sociales continuaron entre los líderes del crecimiento, aunque comienzan a ceder protagonismo”.

Lo que queda en evidencia es que este proceso de recuperación es apenas incipiente y necesita de seguimiento permanente por parte de las autoridades para que las decisiones de política permitan consolidar la tendencia.

Los riesgos son evidentes. El Emisor, en su más reciente Informe de Inflación señala que “hacia adelante, aumentos no anticipados en el costo de financiamiento externo, caídas abruptas en el precio de los principales bienes básicos que exporta el país, o niveles de confianza de los hogares y/o de las empresas persistentemente bajos, son los principales riesgos que enfrenta la recuperación económica del país”.


La estabilidad macro va a estar condicionada en buena medida por el comportamiento de los precios del crudo, la situación de tasas en los Estados Unidos y los niveles de confianza general del consumidor en Colombia, que han mostrado una particular reticencia y ya completan dos años en niveles negativos.

Las otras variables claves son el despegue de las vías 4G, que se aplazó a lo largo de este año por cuenta de los líos que abrieron los escándalos de corrupción como el de Odebrecht y la recuperación económica de socios comerciales importantes de Colombia, como Estados Unidos y los países europeos.

Lo anterior podría jalonar aún más las exportaciones, que ya empezaron a responder. Según Hernández, de BBVA Research, “si quitamos petróleo, café, níquel, carbón –es decir las tradicionales– más oro y esmeraldas, las exportaciones crecieron más de 25%, lo que es una señal clara de recuperación y va en línea con la evidencia de que los socios comerciales se empiezan a recuperar”.

Para el analista, Estados Unidos, Europa y América Latina van a mostrar mejores cifras el próximo año, así que por el lado del balance externo es congruente esperar buenos resultados.

El consumidor

Uno de los indicadores que más ha dejado sorprendidos a los expertos es el de las expectativas del consumidor, pues lleva prácticamente dos años en terreno negativo y no se ha recuperado hasta el momento. Este indicador merece un análisis por separado; pues, todo indica que es el que puede explicar buena parte del comportamiento atípico que ha mostrado la economía; esa resistencia a salir del fondo del estancamiento. En la más reciente encuesta de confianza del consumidor hay motivos de preocupación de sobra.

Según Fedesarrollo, el indicador volvió a retroceder en octubre a un balance de -10,6 puntos ,frente al -10,3 de septiembre. De los componentes del índice, el más crítico es el Índice de Condiciones Económicas (ICE) que registró un balance negativo de -17,5, el resultado más negativo de los últimos cinco meses. El Índice de Expectativas de los Consumidores (IEC), por su parte, mostró un balance de -6 puntos, que es el más favorable de los resultados de este año.

La primera conclusión es que la brecha entre lo que perciben los consumidores que está pasando con sus hogares y lo que perciben que está pasando con el país aumentó considerablemente en las últimas mediciones.

Aun así, Mauricio Hernández, de BBVA Research, destaca un punto clave del análisis. “Lo positivo es que, a pesar de que la confianza es negativa, se explica más por el componente país que por el componente hogar”.

El BBVA hizo un ejercicio para desagregar el indicador y mostró un resultado sorpresivo. “Cuando uno descompone las preguntas ‘país’ y luego separa ‘hogar’ y promedia, la confianza de hogares lleva dos meses en positivo: septiembre y octubre”, señaló.

En general, lo que se puede percibir es que la confianza del consumidor ha estado afectada por una percepción de incertidumbre generalizada sobre el futuro del país. Si bien esa sensación tuvo como origen el profundo ajuste que debió infligirse a la economía en los últimos cuatro años, hay otro factor que incide mucho: la incertidumbre política e institucional originada por el profundo cambio que ha tenido el país recientemente, con la desmovilización del más antiguo grupo guerrillero.

En términos generales, el colombiano promedio aún no sabe qué pensar sobre el futuro del país. Hasta no hace mucho tiempo, el conflicto formaba parte natural de la ecuación sobre lo que le esperaba a Colombia; un dato duro que hacía parte del diagnóstico general: Colombia era un país en guerra.

En un escenario sin conflicto y con uno de los actores participando en política, la ecuación cambió radicalmente. De esta forma, la gente no solo tiene que resolver la pregunta de cómo va su hogar, sino resolver un galimatías: para dónde va el país. Esa pregunta no tiene respuesta aún y, por eso, es más fácil anticipar lo peor; de ahí el profundo escepticismo sobre lo que viene para la Nación, pues esa pregunta aparentemente no tiene respuesta aún y no la va a tener en el mediano plazo.


“Las variables de país llevan al consumidor a tomar unas decisiones de gasto más lentas. Pero no son tan definitivas ni tan importantes como las variables de hogar que ya son positivas y que generarían un impulso al alza en el consumo”, dice Hernández.

Así, apenas empiecen a quedar en claro ciertas cosas (como, por ejemplo, que la estantería económica no se desbarató, que el desempleo no seguirá aumentando, cuál será el nuevo Presidente de la República o cómo quedará conformado el Congreso) el consumidor empezará a pisar terreno más firme y a modificar su cautela de gasto.

Es de esperar que si hay un cambio en las perspectivas del consumidor, la economía va a recibir un importante impulso, pues el consumo representa cerca de 60% del PIB colombiano. Cabe recordar que la reducción en tasas de interés por parte del Banco de la República y la menor inflación aumentaron la capacidad de compra de los hogares. Este año el IPC va a terminar alrededor de 4%, lo que contrasta con una inflación cercana a 9% a mediados del año pasado. Además, no tendremos un ‘efecto IVA’ como el de la tributaria del año pasado.

El banco Itaú percibe que el consumo habría tenido una recuperación en el tercer trimestre. Estos datos van a quedar corroborados apenas el Dane divulgue los resultados del PIB por el lado de la demanda.

Según Itaú, “estimamos que el crecimiento de 2% del tercer trimestre de 2017 estuvo soportado en una mayor demanda interna (2,3% vs. 1,9% del segundo trimestre), explicada en gran medida por una recuperación de la inversión (2,4% en el tercer trimestre vs. 1,4% en el segundo trimestre) y un gasto público dinámico (3,9% en el tercer trimestre vs. 4,2% en el segundo trimestre). Adicionalmente, el consumo de los hogares se habría acelerado en el tercer trimestre, en línea con la modesta recuperación del comercio durante el mismo periodo. Así las cosas, por tercer trimestre consecutivo la demanda interna crecería a una tasa más elevada que la del PIB total, en la medida en que el sector externo estaría restándole al crecimiento. Las importaciones habrían seguido creciendo a tasas positivas, mientras las ventas externas continuarían anotando variaciones anuales negativas”.

En el fondo, la gran esperanza para que pronto el crecimiento repunte hasta su potencial es el consumo de los colombianos, sobre eso no debe haber equivocación; el resto de variables son muy importantes para el mediano y largo plazo, pero en la actual coyuntura todos los esfuerzos de la política económica deben estar dirigidos a mejorar la confianza de los compradores colombianos.

La economía nacional sigue enfrentando enormes desafíos. Sin embargo, no es un error afirmar que lo peor pasó y que definitivamente se nota un cambio de tendencia. Si bien es necesario continuar el ajuste, las miras deben estar enfocadas ahora hacia un nuevo mantra: crecer, crecer y crecer.

Esa posibilidad está asociada a que tanto los inversores como los consumidores empiecen a notar que los heraldos negros de las catástrofes institucionales y económicas no tenían razón; que el país ha logrado enfrentar el más grande ajuste externo y fiscal de su historia sin caer en recesión y que esto es evidencia de que la economía colombiana está en capacidad de responder adecuadamente a las graves pruebas que impongan los tiempos.

Avanza el turismo

Uno de los sectores que mejores resultados ha venido mostrando es el de turismo. Según las más recientes proyecciones del Banco de la República, los turistas que llegan a Colombia generarán este año cerca de US$6.000 millones. Visto así, esta actividad no solo agrega valor para el país, favoreciendo las cifras de crecimiento, sino que ayuda a reducir el déficit en cuenta corriente, que era una de las principales preocupaciones de las autoridades y los expertos sobre la situación económica de Colombia. La tendencia tiene dos explicaciones: el proceso de devaluación, que hace a los destinos turísticos criollos más baratos que los de otros países y, sin lugar a dudas, el proceso de paz, que ha quitado al país de las alertas de violencia.

Ganando terreno

El análisis sobre el sector agrícola tiene dos facetas. La primera es que los productos tradicionales como café, banano y flores están disparados, tanto por cantidades como por precios. Esto último, porque los exportadores están recibiendo más pesos por cada dólar de producto exportado. Eso explica que las ventas externas agrícolas mostraran un crecimiento de 18,6% en septiembre pasado, alcanzando un valor de US$622 millones. Pero otros productos también vienen mostrando buena dinámica. Según el Dane, la rama de otros cultivos agrícolas crece 6%, y allí se destacan los cultivos permanentes con 10%y la producción pecuaria y de caza crece 5%, con cifras relevantes en leche sin elaborar (9,6%) y aves de corral (8,5%). Cereales, tabaco y caña de azúcar son cultivos con crecimientos importantes. En estos casos, sin embargo, no ha habido aumentos en las exportaciones.

La banca, titular

El sector financiero sigue mostrando solidez. La intermediación financiera creció 6,8%. Eso es lo que explica que el sector de establecimientos de crédito haya crecido 3,2%. Lo que pone en evidencia este indicador es que el negocio bancario ha venido afinando la productividad de la columna vertebral de su negocio (captar y prestar dinero) lo que le ha permitido aumentar sus niveles de valor agregado. Según el más reciente informe del sistema financiero producido por la superintendencia del ramo, “los activos totales del sistema financiero ascendieron a $1.528 billones al cierre de septiembre de 2017, correspondiente a un crecimiento real anual de 7,6%, comportamiento que permitió alcanzar un índice de profundización frente al PIB de 171,6%”. Según el gerente del Banco de la República, Juan José Echavarría, se está empezando a notar un incremento importante de nuevos clientes del sistema financiero.

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