Es un hecho incuestionable que el trabajo no sólo está cambiando, sino que ya ha cambiado.
por Jaime Bárcenas
Las empresas no entienden, a estas alturas, cómo ser verdaderamente productivas. Continúan dando palos de ciego, contratando consultorías, aferrándose a las últimas modas y tendencias para ser más eficientes, aun sabiendo que no resolverán sus problemas.
Las empresas no entienden que las cosas no están cambiando, sino que ya han cambiado. Que el futuro para el que se quieren preparar, no es futuro sino presente. Que, si aún no han empezado a moverse, ya van tarde.
Las empresas no entienden que los procesos y la tecnología son importantes para su productividad, pero que hay algo más relevante y que tiene un impacto fundamental: la efectividad de las personas.
Las empresas no entienden que el mundo ha cambiado, que la gestión y la dirección de personas debe hacerse de una manera muy diferente a cómo se hacía antes.
Las empresas no entienden que hay que diseñar estructuras que fomenten la responsabilidad de las personas, porque sólo así podrán desarrollar la autonomía y la autogestión que es necesaria en el trabajo del conocimiento.
Las empresas no entienden que las personas se deben comprometer de manera genuina con su trabajo porque sólo mediante el verdadero compromiso se alcanzan resultados. Además, la empresa no podrá nunca gestionar ese compromiso porque comprometerse, o no, es algo que únicamente incumbe a las personas.
Las empresas no entienden que por mucho que busquen captar y retener el talento, que por mucho que establezcan estrategias de comunicación 2.0 o por mucho que sigan definiendo al líder perfecto, que no existe, primero han de saber y entender qué es el trabajo del conocimiento.
Las empresas no entienden que el valor del trabajo de las personas no depende del número de horas que están presentes en la oficina, sino de su capacidad para aprender, pensar y tomar decisiones. En definitiva, de cómo apliquen su conocimiento para obtener resultados independientemente de dónde lo hagan.
Las empresas no entienden que las personas necesitan nuevas competencias para afrontar una nueva realidad. Las soluciones del pasado son inútiles en el presente.
Las empresas no entienden que deben innovar, ser valientes y aproximarse a lo desconocido, porque lo desconocido puede ser sinónimo de oportunidad. Se trata, en definitiva, de entender qué hay que cambiar y cómo cambiarlo.
Las empresas no entienden que, para ser productivas, necesitan que las personas que trabajan en ellas sean efectivas y sean felices. Porque las personas, en la era del conocimiento, no necesitan productividad sino efectividad.
Y, al final de todo, me pregunto, ¿qué podemos hacer para que las empresas lo entiendan?
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