Los colombianos trabajan mucho, pero les rinde poco

Se requieren 4,5 trabajadores para hacer la misma actividad que hace uno en EE. UU.

Las reuniones sin tiempo límite y sin objetivos terminan convertidas en conversatorios dispersos que impactan la productividad.
Las reuniones sin tiempo límite y sin objetivos terminan convertidas en conversatorios dispersos que impactan la productividad.

Los 21 millones de trabajadores colombianos con empleo se sienten agobiados con extensas jornadas laborales y, por lo general, hablan de una pesada carga de actividades por cumplir. Sin embargo, el esfuerzo no coincide con la productividad del país, que ocupó el puesto 66 entre 144 países, tras la más reciente medición realizada por el Foro Económico Mundial.
Según cálculos de Rosario Córdoba, presidenta del Consejo Privado de Competitividad, en Colombia se necesitan 4,5 trabajadores para realizar la misma actividad laboral que hace un solo empleado estadounidense.
“La comparación con un grande puede ser ambiciosa, y por cruda que parezca es el recordatorio de que podemos hacerlo mejor”, indicó.
Entender la productividad
La baja productividad del país no se refiere solo a que el trabajador pierda tiempo, sino a una serie de factores que van, desde lo individual hasta lo gubernamental. Así, el hecho de que no haya una buena educación pública, o privada, pero accesible, para que la gente se capacite al ritmo del desarrollo tecnológico, impacta su productividad.
La realidad diaria que viven muchos colombianos, que gastan 5 horas para ir y volver a su trabajo también reduce sus resultados.
La impuntualidad que rotula las citas médicas es un asunto de productividad.
Las reuniones laborales en Colombia es otro factor que amerita atención. Igualmente la falta de foco: una reunión no se pacta para que dure un tiempo límite y tenga un objetivo concreto. Termina convertida en un conversatorio disperso.
“No es que la gente no trabaje, sino que cuando tiene la formación adecuada, a esa persona le rinde más, tiene el método para hacer las cosas de manera eficiente”, explica Córdoba.
La experta expone el caso de una empleada doméstica en Estados Unidos. “Mientras en Colombia, una trabajadora va a una casa 8 y 10 horas por 30.000 pesos, la de Estados Unidos, donde este tipo de trabajo es costoso, hace lo mismo en 3 horas y luego se va a otro y otro lugar. Gana tres o cuatro veces más, probablemente porque tiene más herramientas para hacer su labor rápido”.
¿Qué hacer?
Lo que hay que hacer está claro, pero las acciones están retardadas, pues el tema se aborda como si fuese algo ajeno o secundario. En el fondo, tiene que ver con todos. “La productividad es un círculo en el que todos deben estar. Se necesita aumentarla, para lo cual es necesario tener educación de calidad; un sistema de ciencia, tecnología e innovación; una política de desarrollo productivo... El resultado de este engranaje ha de ser la dinámica de la economía y la generación de empleo bien remunerado”, agregó.
Salario, punto clave
Con el tema de la productividad está el interrogante de si el empleador debe garantizar primero el bienestar del trabajador para que sea más productivo o al contrario. La presidenta del Consejo de Competitividad expresa que, “en Colombia se dice que el salario mínimo es alto porque no se mide con base en la productividad”.
Como ésta es baja, el empleador debe contratar cuatro personas para un mismo oficio. “Ahí está el problema cuando se negocia el salario mínimo. Este se ajusta con la inflación y, según el momento político, no con base en la productividad”.
Córdoba agrega que “lo ideal es lograr que el salario mínimo refleje lo que las personas sean capaces de producir. Si se hace así, es probable que el trabajador termine ganando más. Pero, en la medida en que ese salario sea muy alto en comparación con la productividad de la gente, el incentivo de contratar disminuye”.
El presidente de la Confederación General del Trabajo (CGT), Julio Roberto Gómez, ve la situación desde otro ángulo. “En Colombia continúa la tendencia perversa de privatizar las utilidades y socializar las pérdidas de las empresas”.
Advierte que “cada vez que se aproximan las negociaciones del salario mínimo aparecen cifras que castigan la productividad de los trabajadores. Suena contradictorio que el Gobierno diga que el Producto Interno Bruto ha crecido y la productividad laboral no. Es más bien una estrategia para negarle los derechos a los trabajadores, cuando lo que hay que hacer es garantizar un estado de bienestar que estimule a los empleados para que sean más productivos”.
Inician mesas
Para el próximo 7 de octubre está convocada la primera mesa de concertación, con miras a empezar la negociación entre sindicatos y el Gobierno, para fijar el incremento que se le hará el próximo año al salario mínimo. Propuestas iniciales parten de 4,5 %.
La informalidad también juega
La informalidad es otro ingrediente que no deja cocinar la torta de la productividad. La existencia de 11,5 millones de trabajadores informales y 3 millones de colombianos desempleados es una de las razones de los malos resultados en productividad que obtiene el país en comparación con las demás naciones del mundo.
“Si una persona es capacitada y productiva, entra al mercado formal, tiene la posibilidad de ganarse un salario decente. Si no tiene formación, su futuro es entrar a la economía informal, a obtener ingresos a veces por debajo del mínimo. Allí cae de nuevo al círculo vicioso: menor productividad, imposibilidad para capacitarse y mejorar su condición. Es donde la gente empieza a perder el estímulo”, sostiene Rosario Córdoba.
Entre tanto, Julio Roberto Gómez argumenta que, “la baja productividad que refleja Colombia obedece también a la medición falseada que se hace en el país, donde se cuenta como empleado a un colombiano que dice trabajar dos horas. A ello se le agrega la precariedad, pues un empleado labora 12 y 14 horas y no le reconocen horas extras. ¿Cómo pretenden entonces que sea altamente productivo?”.
Córdoba, por su parte, defiende la idea de que “se debe trabajar para que todos mejoren. El rico siempre va a tener la educación que quiera, la salud y el transporte que quiera. Si es o no es productivo, igual no tiene problemas. Hay que salirse del discurso de que esto es para bien de los ricos. Ellos ya tienen la mejor educación. Aunque vivan en el tercer mundo hacen parte de un mundo desarrollado. Lo que hay que pensar es que la riqueza de un país la produce la mezcla de capital humano con capital físico. Si el primero no está formado y encima no tiene el componente físico: la infraestructura, por ejemplo, la competitividad y productividad, no saldrán a flote. Esto significa un país atrasado, con desempleo, con trabajadores mal remunerados y con baja calidad de vida”.
Para Córdoba “es inaudito que Colombia salga en las encuestas como el país más feliz. Esto es porque no hemos entendido que tenemos derechos. En consecuencia, nos dan cualquier educación y la aceptamos. Entre más educado sea un país es más consciente de lo que le falta”.

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